1. Mi odiosa madrastra, capítulo 10


    Fecha: 08/02/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... tenía en su cabeza? Recordé que me había dicho que para ella tampoco era fácil la convivencia, que ella también sentía cosas. ¿Estaría meditando en cosas similares a las que yo estaba pensando mientras estaba en su habitación?
    
    Sin pensármelo mucho, dejé el libro a un lado, me puse de pie, y me dirigí al cuarto de mi madrastra. No iba a aceptar que se fuera así como así. La idea, por algún motivo, me parecía aberrante. Me paré unos segundos frente a la puerta, como para decidir qué era lo que le diría, solo para darme cuenta de que no lo tenía en claro. Aun así, no retrocedí. Agarré el picaporte y lo hice girar.
    
    Pero la puerta estaba cerrada con llave.
    
    — La reputísima madre que me parió —dije.
    
    No tenía idea de si me había escuchado o no. Volví al living, frustrado. Agarré mi celular para mandarle un mensaje, pero en ese momento se me hizo muy impersonal, además, así como me había sucedido hacía unos segundos, no sabía qué ponerle.
    
    A ese día le siguió uno igual, y luego otro, y luego otro. Eran días en los que Nadia me esquivaba, y me respondía con cortesía, pero sumamente escueta y carente de emociones. Días en los que andaba con demasiada ropa, y en los que cocinaba comidas poco elaboradas.
    
    A mí me ganaba el orgullo, y trataba de devolverle la frialdad que ella me transmitía, pero por la noche no aguantaba más, e iba hasta la puerta de su habitación, solo para encontrarla cerrada con llave.
    
    Así pasó más de una semana. Días repetitivos y solitarios. ...
    ... Joaco, y una amiga de Nadia —quien yo suponía que era la misma amiga que la albergaría en su casa—, se encargaban de traernos las cosas que necesitábamos. Lo bueno era que ya faltaba poco para cumplir con nuestro aislamiento. Una vez que tuviera el alta médica, pasaría más tiempo al aire libre. Ya me importaban un carajo las estrictas restricciones. Podía salir a caminar o a una plaza a pasar el rato. Mientras anduviera solo, no afectaría a nadie.
    
    El décimo día de positividad escuché a Nadia en una conversación.
    
    — Sí Belu, en unos días ya puedo salir de acá y me voy a tu casa. No veo la hora de estar ahí —dijo, entre otras cosas, mientras revolvía una taza de té que se había preparado.
    
    Yo había ido a tomar un vaso de gaseosa, y me quedé, apoyado en la mesada, muy cerca de ella, oyéndolo todo.
    
    — Un poco desubicado de tu parte escuchar conversaciones ajenas —dijo.
    
    En ese momento estallé.
    
    — ¿Desubicado? ¿Desubicado? —repetí, con una creciente indignación que me hacía sentir atragantado—. ¡Desubicada vos que me tratás como si fuera un mueble! ¡Desubicada vos que andás diciendo que te morís de ganas de irte de acá, como si estuvieras viviendo con alguien que destestás! ¡Desubicada vos que te hacés querer para después abandonarme! ¿Te pensás que no tengo sentimientos?
    
    Estaba descontrolado. Me había puesto delante de ella, y le decía todo eso a los gritos. Sentía calor en todo mi rostro, por lo que es seguro que estaba colorado. También sentía ardor en mis ...
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