1. Mi odiosa madrastra, capítulo 10


    Fecha: 08/02/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... giró, quedando ahora de costado, mirando a la pared.
    
    Me pregunté si era su manera de decirme que me fuera. Pero había algo en esa pose, o más bien en la manera en la que giró, y en su mirada antes de hacerlo, que me hicieron pensar que no se trataba de eso.
    
    Ahora me parecía que por esta vez lo más razonable era sostener el silencio.
    
    Me acerqué, evitando hacer ruido al avanzar cada paso que daba, como si debiera mantener mi presencia oculta, a pesar de que ella ya sabía que estaba ahí. Agarré el cubrecama, y tiré de él. Mientras se deslizaba lentamente, me di cuenta de que Nadia tenía el torso desnudo. Su atlética espalda se encontraba sin brasier.
    
    Ella mantenía la mirada puesta en la pared. No hizo gesto alguno, por lo que continué corriendo el cubrecama, el cual a su vez arrastraba la sábana que estaba debajo de él. Pronto su desnudez llegó hasta la cintura. Mi madrastra parecía fingir que estaba durmiendo. No obstante estaba claro que no lo estaba. Para disfrutar con mayor deleite de ese momento, intensifiqué la lentitud con la que corría el cubrecama.
    
    Como si fueran un par de dunas de otro planeta, los dos esféricos glúteos fueron apareciendo ante mi vista. Como era de esperar, ni siquiera estaban cubiertos por una braga. Esa desnudez no era casual, pues me constaba que ella tenía sus pijamas, los cuales, justamente esa noche, había decidido no usar. Mi verga estaba completamente al palo, parecía querer salir disparada de adentro de la bermuda. Verla en ...
    ... pelotas después de tantos días en los que me negó no solo su desnudez, sino la dulce visión de sus curvas, era algo maravilloso. Añoraba ese cuerpo inalcanzable.
    
    Me quité la remera. Creo que ese fue el único momento desde que empezó toda esta historia, en el que no tuve dudas ni confusión en mi corazón. Me subí a la cama. La abracé por detrás. La agarré del mentón e hice girar su rostro.
    
    Nadia me miró con los ojos brillosos. En su cara había un gesto de tristeza y ansiedad a la vez.
    
    — No quiero que te vayas. ¿Te vas a quedar? —le dije.
    
    Me apreté más a ella. Mi verga tiesa se clavó en sus nalgas. Nuestros labios estaban a apenas unos milímetros de distancia. Nos mirábamos a los ojos.
    
    — Está bien, lo voy a pensar —dijo ella.
    
    No me bastó esa respuesta, pero tampoco me parecía el mejor momento para insistir con esa cuestión. Ahora había que resolver un asunto más urgente, más carnal.
    
    — No quiero que haya malentendidos —seguí diciendo—. Esto no es un juego. No es uno de tus videos que luego usás para subir a internet. No quiero que mañana me recrimines nada. Ni quiero que me ignores por lo que voy a hacer. Si querés que me vaya, decímelo ahora, y te juro que nunca más voy a entrar a tu cuarto. ¿Querés que me vaya?
    
    Ella movió la cabeza en gesto negativo.
    
    — Quiero que me lo digas. Quiero que me digas que querés que me quede —insistí.
    
    — Quiero que te quedes León —dijo ella.
    
    — ¿Y qué más querés? —pregunté.
    
    — Quiero que me cojas —dijo.
    
    Le di un beso ...
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