1. ¿Dará placer ridiculizar al cornudo?


    Fecha: 09/03/2024, Categorías: Infidelidad Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos

    ... me pedía si era posible ver el estado de esa cuenta.
    
    —“María, serás tan amable de traerme la carpeta de la señora”.
    
    El orden reinante en la oficina hizo que en dos minutos tuviera ante mí lo pedido. Al dejar la carpeta me sorprendió su pregunta.
    
    —“Esta es la basura que te engañó?”
    
    —“María, nunca te oí hablar así”
    
    —“Eso es porque no viste lo que yo vi. Cuando te dieron la hermosa noticia de los frondosos cuernos que portabas, tu estado deplorable me hizo pensar que estabas al borde de la muerte. Seis meses te costó salir del pozo, ciento ochenta días nosotras dos sufriendo al verte sufrir, llorando la impotencia de no poder aliviar tu dolor. Y cuál era la falta, el delito, el pecado que estabas purgando, solamente haber amado. A ésta, decirle basura, es alabarla. Permiso”.
    
    Sin levantar la vista del papel con los datos necesarios, entré en la cuenta. Di vuelta la pantalla y le mostré que tenía un saldo de veinte mil dólares.
    
    —“Querés que los transfiera a tu vieja cuenta de ahorro?”
    
    —“Sí, por favor”.
    
    —“Listo”.
    
    —“Cualquier palabra que diga es nada frente a tu bondad y generosidad”.
    
    Me dio pena verla salir encorvada y llorando, acompañada por las palabras de mi empleada.
    
    —“Volvé cuando quieras, para mí es un placer verte hecha mierda”.
    
    Entonces llamé a mis ángeles guardianes.
    
    —“Más de cinco años llevo teniendo dos esposas con quienes no compartí la cama. Las amo. Podré tomarme el atrevimiento de darles un beso?”
    
    —“Si no lo hubieras ...
    ... pedido, nosotros lo hubiéramos hecho sin tu permiso. Empezá vos María que sos más calentona”.
    
    Sin decir una palabra ambas, tomándome de las manos, me llevaron al sillón de tres cuerpos que teníamos en el sector recepción y me sentaron con Eva a mi lado mientras María permanecía de pie frente a mí para levantar el ruedo del vestido arriba de las rodillas y sentarse a caballo de mis piernas y juntando sus labios con los míos. Un beso tierno, delicioso, delicado, donde cada movimiento de lengua, en un idioma sin nombre pero universalmente conocido, hablaba de deseo carnal empapado de afecto. Luego se levantó y después de bajarme los parpados, se dedicó a maniobrar bajo la atenta mirada de la que permanecía a mi lado.
    
    —“María, qué estás haciendo!”
    
    —“Shsss”.
    
    —“Eso no está bien, no es propio de una dama educada, escuchá lo que digo!”.
    
    —“Te escucho hermanita”.
    
    —“No me mientas, ya le bajaste el pantalón y su miembro llena tu boca”.
    
    —“No te enojes, te juro que soy puro oídos para vos”.
    
    —“Me oís pero estás chupando como si en ello te fuera la vida!”
    
    —“No me desconcentrés que estoy en lo mejor”.
    
    —“Frená, que recién abrió los ojos y los tiene vueltos hacia atrás, pará de una vez que está convulsionando!”
    
    —“Listo, no podés quejarte pues te hice caso y frené, la leche estaba riquísima”.
    
    Todo este diálogo lo escuche desde alguna nube en la cual estaba acostado, agradablemente relajado, hasta que paulatinamente fue ganándome la tensión y llegó el momento en ...
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