1. ¿Dará placer ridiculizar al cornudo?


    Fecha: 09/03/2024, Categorías: Infidelidad Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos

    ... venir, lo que pretendés es calentarme”.
    
    —“Bueno, si se da no me voy a oponer”.
    
    —“Perverso, malvado, aprovechador, mierda, tonto, pelotudo”.
    
    Después de cada palabra cerraba la boca rápidamente metiendo los labios hacia adentro para evitar mi beso, así que los depositaba en mejillas, frente, orejas, cuello, párpados, todo menos boca.
    
    —“¡Qué hacés agarrándome una teta!”
    
    —“Es que no sabía dónde poner la mano”.
    
    —“Ahora entiendo, y la mano no sabe dónde poner los dedos, por eso es que me retuerce los pezones”.
    
    —“Perdón, la voy a cambiar de lugar”.
    
    —“¡Asqueroso, me estás agarrando el pubis!”
    
    —“Fue una casualidad. ¿En serio que estás enojada?”
    
    —“Por supuesto”.
    
    —“Y el enojo es lo que te hace mojar la entrepierna de la bombacha?”
    
    —“Me debe haber salido un poco de orina”.
    
    —“Qué raro porque tiene densidad como de un gel”.
    
    —“Entonces no sé qué será ¡no te pongás encima!”
    
    —“Es para que mis manos no se ubiquen en algún lugar inapropiado”.
    
    No me contestó, simplemente cerró los ojos y giró la cabeza hacia un costado sin mostrar gesto de desagrado. Los suaves movimientos de pelvis provocando el roce de los sexos dieron lugar a que frunciera su ceño, y aflojara la tensión de mantener las piernas juntas. Cuando, al movimiento, agregué besarle el cuello llegando hasta el lóbulo de la oreja, sus brazos subieron para cruzarlos en mi nuca, buscar mis labios con los suyos y abrir al máximo las extremidades llevando las rodillas a los ...
    ... hombros.
    
    —“Haceme tuya amor mío”.
    
    Sin dejar de besarla bajé mi calzoncillo, hice a un costado su bombacha y después de ubicar la entrada hice un lento pero progresivo ingreso hasta tocar fondo. El recorrido por ese túnel poco usado, ensanchando a presión las paredes y sintiendo los quejidos que me alentaban a seguir, fue casi tan placentero como una corrida.
    
    —“Sí mi vida, hasta que no entre más, llename de leche, haceme tocar el cielo con tu pija”.
    
    —“Si no te estás cuidando acabo afuera”.
    
    —“Ni se te ocurra, descargá adentro todo lo que tengas y si me preñás mejor todavía”.
    
    Dos veces se corrió antes de mi orgasmo, quedando ambos agotados pero sin romper el abrazo, ahora ella la sobre mí.
    
    Cerca de las nueve de la noche llamó María preguntando si la comida alcanzaba para ella. Una interrogación de mera cortesía porque bien sabía que cuando su hermana cocinaba siempre la tenía en cuenta. Al llegar, y después de saludar, fijó su mirada en Eva y sonrió.
    
    —“¡María, qué me estás mirando!”
    
    —“Hermana querida te felicito, tenés cara de bien cogida. Para vos Aníbal también va mi felicitación por haberte llevado un premio grande, pero además te agradezco que la hayas hecho disfrutar a conciencia. Su cara lo dice. A ambos los conozco bien y los dos son bichos extremadamente raros, por lo cual me atrevo a dar por seguro que, sin decirse nada, en el fondo de sus almas, se han prometido fidelidad, lo cual me da mucha bronca, pues yo querido amigo, tenía unas inmensas ganas de probarte. ...