Mis odiosas hijastras (3)
Fecha: 31/03/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... fin, cuando terminé mi tarea.
De repente pareció darse cuenta de que no estaba vestida. Se sonrojó, y cubrió sus pechos, cruzándose de brazos.
—De nada —respondí, haciendo de cuenta que para mí, la situación era de lo más normal.
Me dispuse a salir del cuarto, pero cuando estuve a punto de hacerlo, me di cuenta de que ella se había dirigido al armario para agarrar alguna prenda. La miré de reojo. Justo se había inclinado para sacar algo de uno de los cajones. La toalla era tan corta que casi puedo ver su trasero. Pero si bien no logré ver su desnudez, sí pude notar, cuando la tela se adhirió a su cuerpo, que, tal como lo sospechaba, poseía un carnoso y hermoso orto.
Esto había sido una experiencia muy reciente. Había sucedido apenas unos días antes a la tarde de la tormenta, por lo que la imagen que tenía de Sami había empezado a cambiar. Si bien, como dije, debido a su corta edad, me resistía a aceptar la atracción sexual que sentía por ella, y en mis fantasías siempre estaba de protagonista alguna de sus hermanas, cada tanto aparecía en mi cabeza, como flashes, el hermoso cuerpo de Sami, que, además, al ser la más petisa de todas, sus sinuosidades resultaban muy llamativas. Lo que no entendía era por qué una chica tan hermosa como ella se ocultaba en esas prendas holgadas. Y no solo eso, sino que no tenía una personalidad segura, rayana a lo arrogante, como lo tenían sus hermanas mayores. En el caso de Agos podía entender su vestimenta sobria, ya que le ...
... permitía mostrar su belleza de manera sutil, resaltando sus virtudes en la medida que lo deseara. Pero Sami nunca mostraba sus atributos, salvo su impresionante rostro, claro está. Incluso el uniforme escolar, al que fácilmente podría convertir en una prenda erótica, tal como lo hacía Valentina cuando aún asistía a clases, ella lo usaba muy suelto, y la pollera le llegaba hasta las rodillas. Pero si nunca fui un experto en mujeres, mucho menos iba a comprender a chicas que eran de una generación posterior a la mía. Así que me di por vencido, conformado con poder guardar ese momento tan estimulante.
Y ahora tenía a Sami pegada a mí. ¿Sería que haber matado a aquella cucaracha finalmente había servido para que nuestra amistad se consolidara? No me vendría nada mal tener a una verdadera aliada en esa casa. Alguien que realmente me apreciara y no tuviera actitudes cambiantes como las otras dos. Pero lo malo era que ahora era yo el que podía cambiar de actitud para con ella, pues ya no me parecía una niña asexuada, como me parecía hasta hacía poco, que la consideraba una especie de oso de peluche, algo que atraía mi atención, pero no de la manera que ahora me sucedía. Y esa maldita erección que no se me iba. ¿Y cómo iba a hacerlo? Estando tan cerca de esas tres pendejas hermosas, y con la cabeza metida en lo que había ocurrido en la oscuridad, iba a ser muy difícil que se me fuera la calentura.
Hice un nuevo esfuerzo por tratar de deducir quién había sido la responsable de mi ...