1. Un culito de ensueño


    Fecha: 19/10/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... con las manos, paseé mi lengua por los bordes de su sexo y la oí gemir…
    
    -Por favor, métemelo mi amor, por favor…
    
    Mientras me ponía el condón sentí que las sienes me latían a mil por segundo, la penetré lentamente hasta lo profundo y después nos movimos a un ritmo que tenía un poco de danza, de ritual, esperé a que llegara y después tuve un orgasmo imposible, sentí un cosquilleo hasta en las pantorrillas, en la nuca.
    
    Como dos adolescentes nos juramos amor eterno, nos dimos un baño en el yacuzi y después la hice llegar al paraíso con una sesión de lengua como si fuera yo un experto. Ella pareció sentirse desafiada y me retribuyó sentándose sobre mi pene de espaldas a mi cara, se movía raudamente y ese culito encantador se abría y se cerraba y eso me excitó tanto que me hizo eyacular enseguida. Bailamos desnudos una canción de Alejandro Sanz y su boca me regaló el último orgasmo de la tarde para dejarme saciado, agotado, me sentí como si un grupo de extraterrestres me hubiera secuestrado y extraído toda la energía. Esa noche dormí de un tirón hasta el amanecer.
    
    Al otro día, casi a las dos de la tarde, mientras preparaba el grupo de noticias con que armaría la portada de internacionales, sonó el teléfono.
    
    -¿Leandro?
    
    -Sí, soy yo…
    
    -Hola, ¿cómo está mi tigre?
    
    Mi respuesta fue por demás elocuente
    
    -Miauuuu…
    
    Su carcajada fue estridente. Desde ese día vivo al borde de un presagio, sé que un día Yomairis se irá de mi vida, de mis cosas, acaso se enamore ...
    ... de un chico de su edad, hace meses que estamos en esto, no me animo a hablar porque sé que es tan poco lo que tengo para ofrecerle, acaso el lamento anticipado por su partida que doy como un hecho, en cambio ella me dice que debemos hablar, que tiene cosas que decirme, pero cada vez que nos encontramos terminamos teniendo agotadoras sesiones de sexo y solo abrimos la boca para, entre otras cosas, jurarnos amor eterno.
    
    Yomairis salta de la cama. Estamos en un hotelito de la ciudad vieja desde donde se ve una parte del puerto y el mar, insondable y misterioso. Ella sale de la ducha con la toalla puesta sobre el hombro y se asoma a la ventana. Ya es de noche.
    
    -Está lloviendo- dice y de su mochila saca un frasquito de miel y se unta los pezones. Comienzo a limpiarla cuidadosamente pero ella agrega miel en otras partes de su cuerpo. Tengo la lengua empastada de miel y Yomairis me besa una y otra vez mientras su mano encuentra en mi prepucio un juguete nuevo. Me hundo en Yomairis, me encanta hundirme en Yomairis en noches como ésta, mientras afuera llueve como si el cielo se vaciara y yo también me vacío en ella, en Yomairis que se mueve sobre mi cuerpo, se mueve hasta gemir y mi piel se reblandece como si se convirtiera en flan y hasta rejuvenezco, como si su carne joven me alimentara después de una larga travesía por el desierto.
    
    -Ahora- pide Yomairis, acostada de bruces sobre un almohadón y vuelvo a hundirme en esa cuevita que ella me ofrece con ese culito de ensueño, ...