1. Un culito de ensueño


    Fecha: 19/10/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... el estómago lleno me tiré a dormir una inusual siesta y desperté a las cuatro de la tarde mientras los truenos y relámpagos parecían a punto de derrumbar el mundo. A la tardecita Yomairis me convidó café. Tenía puesta una faldita estampada que le tapaba las rodillas y una blusita negra, se había lavado el pelo y olía a jazmines, a menta, a ensueño. Esa noche soñé con ella y me sorprendí al día siguiente cuando descubrí que no había pensado en Milena durante todo el fin de semana. No vi a Yomairis el lunes ni el martes. El miércoles, al volver de mi trabajo, me crucé con ella en la escalera. Esa noche yo tenía toda la intención de terminar con el manuscrito, hasta compré una lámpara de batería autorrecargable por si se iba la luz. Trabajé hasta las tres de la mañana y, vencido por el sueño, me eché a dormir y desperté cerca de las nueve. Me vestí a la carrera, salí sin afeitarme y prácticamente me llevé por delante a Yomairis, que evidentemente también se había dormido. Llevaba puesta una faldita azul, una casaca roja y una camperita de la misma tela de la falda que le sentaba preciosa, estaba tan linda que me hizo olvidar del contratiempo. Vi el celular en su cintura y le pedí que llamara un taxi.
    
    -Vamos, yo invito- dije.
    
    -Ay, no sabe cuánto se lo agradezco- dijo y se tomó de mi brazo. Un Honda negro nos recogió en menos de cinco minutos. Fue un día arduo para mí. Terminé de corregir el manuscrito en el horario de almuerzo, edité mis páginas y adelanté material ...
    ... para, al día siguiente, llegar un poco más tarde. Quería ir al oculista y renovar mis lentes y debía visitar a un amigo de un compañero de trabajo que tenía en venta una computadora usada. En medio de todos estos asuntos pendientes salí rumbo a la casa y solo entonces recordé que no había llamado al escritor para avisarle que el manuscrito estaba terminado. El hombre me pidió que por favor lo esperara en el periódico y llegó antes de media hora, me pagó religiosamente y se fue. Los hechos se precipitaron esa noche. La madre de Yomairis, que en verdad era su tía, se cayó de la escalera y se fracturó el tobillo, justo cuando yo llegaba al edificio. Con la muchacha asustada la cargamos en el mismo taxi de la mañana y la llevamos a una clínica donde la enyesaron, la sedaron y la enviaron de vuelta a su casa, con orden estricta de reposo. Entre la muchacha y yo la ayudamos a subir la escalera y prácticamente la cargué en brazos para llevarla a su habitación. En pocos segundos se quedó dormida.
    
    -Ay, mi don, yo… no sé cómo agradecerle, le juro…
    
    -Muchacha, no te preocupes, mira, te voy a pedir una sola cosita- dije viendo en mi reloj que ya eran casi las dos de la madrugada.
    
    -Sí, dígame…
    
    -Despiértame antes de las siete y media, por favor… ¿puede ser?
    
    -Oh, sí claro…
    
    Esa noche soñé otra vez con Yomairis, la veía subir y bajar escaleras que se bifurcaban como los jardines de los cuentos de Borges.
    
    Eran las seis de la mañana cuando, sudoroso en medio de un apagón, me ...
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