1. Un culito de ensueño


    Fecha: 19/10/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... sentí su fragilidad, era como cargar una muñeca de ébano, olía a jabón de sándalo, a maquillaje de colegiala, a rocío, a…
    
    -Niña, yo no quise…
    
    Me volvió a besar con toda la fuerza de sus poco más de veinte años y su respiración entrecortada, sus pezones erguidos bajo la finísima tela de su blusa, sus mejillas que parecían arder, el torbellino enloquecido en que mi mente comenzó a girar a partir de ese momento, todo fue una suerte de vertiginoso conjuro en el que me dejé caer y actué con la torpeza de un estudiante secundario, mis dedos intentaron desmañadamente descorrer el cierre de su falda, levantar su blusa, pero no acertaban con ninguno de sus propósitos, en medio de una excitación exacerbada por tantos meses sin sexo, una muchachita que podría ser mi hija me llevó literalmente a la cama, se desnudó ante mis ojos con una velocidad increíble y, antes de que pudiera reaccionar la tuve sobre mi cuerpo. Todo fue muy rápido. La oí gemir mientras mi lengua buscaba sus pezones y la sentí cabalgarme con fuerza hasta que me sentí vacío. Ella dejó de moverse y se recostó sobre mi pecho.
    
    -Gracias- musité con la voz temblorosa, casi al borde del llanto.
    
    -Tonto- respondió ella sonriente y volvió a besarme. Saltó de la cama después y se vistió con la velocidad del rayo.
    
    -No puedo quedarme más tiempo, mañana hablamos- susurró y desapareció como una visión.
    
    No la vi a la mañana siguiente ni me animé a aparecerme por el departamentito, ni siquiera con la excusa de ...
    ... saber sobre la salud de su tía. En esos días hice algunos cambios en mi vida. Como si ese rápido y fugaz coito hubiera sido una alucinación que despertó mis aletargadas ganas de vivir, compré la pc usada, que resultó buena, al menos tenía los programas que yo necesitaba, y el reproductor de música, más algunas aplicaciones de las que me habló el muchacho que me la vendió y que no llegué a comprender del todo. Renové la vajilla de mi cocina minimalista, me compré una neverita usada. No quise cambiar las sábanas para acostarme sobre el olor de Yomairis que me pareció que las impregnaba y anduve todos esos días como un sonámbulo, incapaz de concentrarme en nada. Redactaba las noticias pero mi mente se ocupaba en reconstruir segundo por segundo el efímero episodio… hasta que sonó el teléfono.
    
    -¿Leandro?
    
    -Sí… ¿quién habla?
    
    -Yomairis- respondió ella y me pareció percibir un dejo de frustración en su vocecita.
    
    -Yo…
    
    -Mira, no tengo mucho tiempo, tía está mejor y es una suerte que no te hayas aparecido por el departamento, porque ella estaba como sospechando algo y… pero necesito que hablemos, ¿qué tú haces mañana?
    
    -Tengo la tarde libre, hasta la noche.
    
    -Mira, búscame a las seis de la tarde en La Estrella Dorada, en la Ciudad Vieja, como a las cinco, si no estoy ahí espérame ¿sí?
    
    -Eh… está bien…
    
    Es una locura, me repetía mientras bajaba del autobús en la Calle de las Guirnaldas en la Ciudad Vieja. En una farmacia compré goma de mascar y algunos dulces. Recorrí ...
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