1. Las apariencias engañan (1)


    Fecha: 11/04/2024, Categorías: Hetero Autor: El otro yo, Fuente: CuentoRelatos

    ... para no perder el equilibrio. Un largo gemido escapó de su boca, seguido de cortos gritos de placer. Cuando comenzaron a menguar me ordenó que acabara. Mi miembro dejó escapar borbotones de esperma en incontables espasmos de placer.
    
    Hablamos bastante durante el fin de semana. Cuando nos despedimos el domingo me pidió que el lunes no almorzara en la oficina, ya que no quería que nadie sospechara nada. La explicación me pareció razonable y cumplí con su pedido. Al regresar al trabajo vi uno de los cajones de mi escritorio apenas abierto. Lo abrí completamente encontrándome con un sobre marrón y el texto “abrilo cuando estes solo”. En ese instante volvieron varios de mis compañeros, con lo que no pude escabullirme al baño inmediatamente. Esperé el momento durante 10 minutos, hasta que estuve seguro que nadie me vería. Dentro del sobre había una hoja impresa a color con dos fotos de Analía muy similares: ella de espaldas mirando sobre su hombro (en una foto para cada lado) y con los cullotes como única prenda. Sobre las fotos decía “SORPRESA” al lado de un corazón dibujado a mano. Debajo de las imágenes me pedía que dejara todo como lo había encontrado y que no podía fotografiar la impresión.
    
    “Definitivamente el rojo” le escribí cuando volví a mi puesto, con una erección que me costó disimular. En cuanto estuvo cerca de mí me miró a los ojos con los suyos brillantes y sonrió, para después seguir trabajando como si nada.
    
    No recibí otra respuesta ni comentarios de su ...
    ... parte, con lo que a la hora de salir (ella trabaja hasta una hora más tarde) le escribí en el sobre “¿Qué me vas a cobrar para verte así en persona”. A los pocos minutos recibí una foto de mi carta junto al texto “regalame algunas cosas lindas estos días y el viernes te digo si es suficiente”.
    
    Al otro día tampoco almorcé con ella. Decidí que le dejaría el primer regalo en mi escritorio en el mismo cajón que ella me había dado el suyo y le dejé una flor plástica. Al regresar la llevaba contenta entre su pelo, con lo que supuse que le había gustado. El miércoles repetí el proceso, esta vez dejándole un chocolate.
    
    Para el jueves tenía el regalo más osado: un tanga plateado con elástico blanco. De nuevo decidí comer afuera de la oficina. Cuando volví supe que le había agradado solo viéndola a los ojos.
    
    Antes de llegar a mi casa recibí un mensaje suyo: “estas seguro que querés verme con el rojo y no con lo que me regalaste?”. Contesté que seguro se veía espectacular con ambos y que con cualquiera de los dos que eligiera iba a estar bien. “Mañana en tu casa después del trabajo. Pasame la dirección y esperame ahí” pude leer a los pocos minutos.
    
    Durante esos días nuestra comunicación fue solo fuera del trabajo. Nos hablábamos o mensajeábanos durante la noche pero durante el día solo intercambiábamos miradas disimuladas. El suponer que tenía alguna de las dos prendas íntimas que me había mostrado hizo que cada vez que llegaba me fuera difícil ser sutil.
    
    Apenas salí fui ...
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