1. Con su blanca palidez


    Fecha: 04/05/2024, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... las lágrimas. Ella le salpicó con el pie. Estaba jugando de nuevo… ¿La había interpretado bien, de verdad le había amenazado de muerte? Devolvió el ataque y empezaron una nueva batalla, riendo como críos. No, sin duda la había malinterpretado. Aquellas risas ingenuas tuvieron la virtud de disipar de su espíritu los siniestros recuerdos que lo habían nublado. Ahora tenía un ama nueva, que no le amenazaba de muerte, sino que jugaba y reía con él. Se dijo que debia dejar atrás el pasado y centrarse en ella.
    
    Fingiendo ponerse seria, le ordenó seguir lavando su camiseta y él obedeció aparentando formalidad, aunque a ambos les costaba contener la risa. La muchacha acabó primero y salió a tender su prenda, sin ocultar su desnudez, lo que volvió a incomodar a Kalu de una manera extraña, porque se suponía que debía dejarle indiferente. Pero se sorprendió a sí mismo acechándola con disimulo, para no ofenderla. Notó que sentía algo más que curiosidad por el cuerpo desnudo de su pálida ama…
    
    Ella cogió sus calcetines y arrastró los de él hasta la orilla, dejándole claro cuál era la siguiente prenda a lavar. Cuando él terminó de aclarar su camiseta, salió a tenderla, pero teniendo cuidado de no mostrarle su sexo. De vuelta, lo tapaba con sus manos hasta que llegó a donde estaban sus calcetines y se agachó a cogerlos. Sus miradas se cruzaron un instante y él vio con nitidez la guasa que había en los ojos del ama. Ella no había tenido ningún recato en mostrarle su sexo y ahora se ...
    ... estaba riendo del pudor de él: quería que se lo enseñara, y esa certeza mejoró el aspecto de lo que su ama quería ver.
    
    Reuniendo valor, se puso en pie y quedó desnudo ante la joven, que lo miró con indiferencia, seguramente fingida. Mientras entraba en el agua, sintió que disfrutaba mostrando su desnudez y que deseaba provocarle a su burlona ama el mismo interés por su cuerpo que había logrado suscitar el de ella en él. Y algo en su expresión le indicó que quizás lo había conseguido…
    
    Siguió un intercambio de miradas y sonrisas que Kalu tomó como un galanteo en toda regla y que prefirió ignorar, más que nada porque le aterraba la posibilidad de que ella acabara exigiéndole lo que él no podía darle. Le daba vergüenza confesarle que era ‘una mujercita’, y pánico cómo se lo iba a tomar.
    
    Sabía que estaba cometiendo un grave error al prestarse a aquel juego absurdo que le iba a llevar de nuevo al desastre pero, por primera vez en mucho tiempo, le apetecía jugar. Además, era agradable sentir que despertaba el deseo del ama, aunque supiera que no podía satisfacerlo. Y bueno, desastre parecía ser su segundo nombre… Para su alivio, ella se puso a canturrear (sin mucho arte) algo rítmico, perdiendo interés en él.
    
    Cuando el ama se levantó a tender sus calcetines, él observó de nuevo su cuerpo con disimulo; le encandilaban sus redondeces y le turbaban sus vacíos. Ella tomó un par de galletas y fue hasta él, dándole una, como la otra vez. Tenía la parte que más le azoraba a dos ...
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