Cógetela bien...
Fecha: 17/05/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos
... acariciaban, él la empezó a desvestir. Primero desabrochó su falda, que de inmediato cayó a sus pies. Luego le quitó la blusa, el sujetador y por último sus pantis, dejándola totalmente desnuda frente a él, que no perdía oportunidad para llegar con sus manos por todo su cuerpo.
Enseguida, y dado que mi esposa no tomaba iniciativa alguna, él también empezó a despojarse de su ropa, empezando por su camisa, su camiseta, su calzado, sus medias, su pantalón y, por último, sus boxers. Al hacerlo quedó igual de desnudo a mi esposa, que tan solo estaba vestida con su calzado de tacón alto y le permitía estar casi que a la misma altura que su contraparte. El color de sus pieles contrastaba. Ella, de piel blanca, y él, de piel negra, bastante oscura. Su miembro, ya erecto, y curvado hacia arriba, se percibía muy grande en proporción al tamaño del cuerpo de ella, que empezó a masajear el tronco del pene del macho.
El, entonces, bailando, la fue desplazando, de a poco, hacia la cama. Al llegar allí, ella, detuvo su avance al tropezar con el borde de la cama. Carlos la seguía empujando, de modo que ella se sentó. El, entonces, apoyando las manos en sus hombros, la empujó para que recostara su espalda en la cama y le pidió que abriera sus piernas. Ella, así lo hizo. Y él, a continuación, se inclinó para alcanzar con su boca el sexo de mi mujer. Chupó y chupó el clítoris, e insertó sus dedos en su vagina, procurando estimularla al máximo, mientras ella, pasiva, se limitaba a ...
... experimentar las sensaciones que aquellas caricias le producían.
Carlos, después de atender durante varios minutos el sexo de mi esposa, se incorporó, quedando de pie en frente de mi mujer, todavía recostada sobre la cama. Sin embargo, ella, entendiendo que aquello era un juego de dos, levantó su torso para quedar nuevamente sentada, quedando su rostro enfrentado con la dura y negra verga de su hombre, y, sin dudarlo, procedió a metérselo en la boca, masajeándole continuamente el tronco de su pene con las manos, de manera muy vigorosa. El, siguiendo el juego, puso ambas manos sobre la cabeza de mi mujer, guiándola para que fuera más profundo y veloz en su mamada. Ella parecía disfrutar el degustar ese inmenso pene, absolutamente disponible para ella.
A continuación, Carlos, aparentemente satisfecho con el trabajo que mi mujer hacía sobre su pene, le propuso que se recostara en la cama, cosa que ella hizo muy obediente. En esa posición, entonces, él no esperó más y, aproximándose, la fue penetrando muy delicadamente. Ella, no más sentir la dureza de aquel gran miembro entrando en su cuerpo, empezó a emitir tímidos gemidos. El tamaño, la textura y la dureza de ese voluminoso pene empezaba a generarle intensas emociones. Casi de inmediato, ella llevó los brazos por encima de su cabeza, entregándose a las sensaciones que experimentaba.
Su rostro se tornó rojo y sus piernas parecían temblar ante las embestidas de Carlos, que, concentrado en su rutina, metía y sacaba su pene del ...