1. Basilia


    Fecha: 19/05/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... la boca hasta los huevos y después decía cosas cómo:
    
    -¡Que sabroso estás, carallo, qué sabroso estas!
    
    Tardé casi diez minutos en correrme en su boca. Si la oyerais gemir cuando la tragó espesa y caliente, os quedaríais para allá. Parecía que estaba bebiendo un néctar celestial.
    
    Cuando acabo de tragar, se puso en pie y acabando de desnudarse, me dijo:
    
    -Estoy ta cachonda que si me metes un dedo en el coño ya me corro.
    
    Me acababa de decir que se lo metiera. Le metí tres dedos y la masturbé al tiempo que le comía las tetas, unas tetas grandes, con grandes areolas y enormes pezones, decaídas y blandas, pero me parecieron deliciosas... No me había mentido. No pasaran ni tres minutos cuando comenzó a temblar, su gran coño apretó mis dedos y se corrió en ellos cómo una perra.
    
    Al acabar me dijo:
    
    -Eres un fiera.
    
    Me seguía sintiendo el puto amo.
    
    -Lo soy, y aquí me tienes para hacer lo que quieras, preciosa.
    
    Basilia cogió en la alacena un condón y en un cordel que iba de la chimenea a la pared, cogió uno de sus famosos chorizos. Habló el macho:
    
    -¿Para que quieres eso si tienes mi polla?
    
    Me dio la vuelta, me empotró contra la pared, me frotó el chorizo en el ojete, y me dijo:
    
    -¡Te voy a romper el culo, canijo!
    
    Aquello no pintaba bien. Le dije:
    
    -¡Quieta parada, maricona!
    
    No quedó quieta, era mucha mujer de Dios. Siguió frotando. Movía el chorizo alrededor del ojete y me besaba y lamía el cuello y la mejilla. Sentí cómo me entraba un poquito. ...
    ... Tenía la cara empotrada en la pared, y cómo no me podía librar de ella ya estaba viendo que me quedaba sin virgo en el culo, mas, afortunadamente, no fue así. Me dejó libre, le metió un mordisco al chorizo por la parte que estuviera jugando con mi ojete, lo masticó y lo comió. Después le puso el condón, apoyó la espalda en la barra dorada que tenía delante la cocina, y con el chorizo a su espalda, abrió las piernas, y me dijo:
    
    -¿Te anduvo el culo para dentro y para fuera?
    
    Mentí cómo un bellaco.
    
    -No, sabía que estabas de broma.
    
    -No te creo. Véngate, rompe mi coño.
    
    El susto que me había metido me despejó un poco la cabeza. Era mi turno, le lamí y le follé el coño con la lengua. Basilia, metiendo el chorizo en el culo, me dijo:
    
    -¡Qué gusto, machote, qué gusto me estás dando!
    
    Al ser más bajo que ella tenía su vagina a tiro para clavarle la polla, y se la metí de una estocada. "Zaaaaassssss". Cabían dos o tres pollas como la mía atadas con un cordel... Al llegar la polla al fondo debía arrastrar cantidad de jugos, ya que se sentía: "Chofffff, chofffff, chofffff, chofffff..." Poco después sus piernas volvían a temblar, sus tetas tenían vida propia entre mis manos, su coño comenzó a abrirse y cerrarse, y se corrió cómo una cerda.
    
    Basilia, después de correrse, me dijo:
    
    -Se me puso un punto en la espalda. ¿Me das unas friegas?
    
    Eso nunca me lo habían pedido.
    
    -¿Friegas de que?
    
    -De caña blanca, ¿de qué va a ser?
    
    La caña blanca era aguardiente y sí, ...
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