Con la sorpresa dentro
Fecha: 30/05/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos
... creces cuando...
“No sé tú pero yo quiero seguir metiéndome este pedazo de felicidad por la vagina”, dijo impúdicamente.
“Ven Antoine, quiero volver a sentirte dentro mío”, le dijo al hombre, quien se incorporó mientras que ella se tendía de espaldas a la cama abriéndose de piernas al poderoso macho que se le colocaba encima.
Volvió a gritar cuando se le introdujo Antoine como si su sexo aún no se hubiese adaptado al inusual tamaño.
Mi esposa pudo ver como aquella tremenda cosa ingresaba al sexo de su amiga y no podía creerlo, por lo menos así me lo puntualizó detallándome cada metida como si de un hecho inusitado se tratara.
“¿Cómo se ve?”, de repente le cuestionó Estela y mi esposa tomó consciencia de lo que estaba haciendo y se sintió avergonzada.
Sonrojándose casi se retiró pero Estela le dijo:
“No te afrentes, esto es perfectamente normal. Tú también tienes que hacerlo, acuérdate que además tú lo necesitas más que yo. Ven, ahora es tu turno”, y la mujer le cedió el lugar a Maly.
“Sí, así, tus piernas bien abiertas”, le decía Estela mientras que ella misma le tomaba de ellas para separarlas tanto como pudiese. Bien sabía que era necesario para poder dar cabida a lo que vendría.
“Voy a... necesito un momento”, de repente dijo mi mujer y se levantó de la cama. Comentándome esto creí que me iba a decir que se había arrepentido, pero no. Sólo tomó un instante para tranquilizarse, pues era la primera vez que... pues bueno, que me sería infiel, y más ...
... aún, que se metería un pene de tal tamaño lo que le daba susto.
Tras respirar profundamente dijo: “Bien, estoy lista”, y regresó a la cama donde retomó posición.
“Nunca he...”, dijo como tratando de solicitar prudencia al negro macho que tenía delante. Había visto con que contundencia había arremetido a la amiga y no quería que...
Sin embargo justo aquella intervino.
“No te preocupes, yo voy a ayudar para que se facilite la penetración”, así le dijo Estela mientras que, tomando la verga por propia mano, la condujo con cuidado (según mi mujer) hacia la abertura vertical.
“Sólo siéntelo”, dijo Estela y manipuló el pene para que la cabezona punta rozara el clítoris de mi mujer, además de paseárselo por toda la raja.
Lo sentido por Maly en esa paseada de verga no me lo confesó.
Luego, como si de un hilo a insertar en el ojal de una aguja se tratara, Estela chupó y ensalivó el falo y se dispuso a insertárselo a mi mujer.
“¡Ay Dios! ¡Lo siento tan... es tan grande!”, gritó mi esposa.
“No creo poder contenerlo todo”, dijo luego.
Pero el negro hizo caso omiso y siguió perforando.
Estela intervino nuevamente y acarició a Maly como para tranquilizarla.
“Enfócate en el placer y no en el dolor”, le dijo.
Y parece que así lo hizo Maly pues, según me confesó, poco después Antoine se la metía y sacaba a mayor velocidad brindándole un placer nunca antes experimentado. Era puramente sexual, aclaró, como diciéndome que no se enamoró de él.
“Yo sólo te ...