1. La mamá de Joaquín, Cap 6


    Fecha: 10/06/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... le salía rasposa.
    
    —Sabés, vino Pitu, el compañero de Joaquín a…
    
    —Sabés qué, voy a aprovechar para dormir unas horas. —me dijo, y sin prestarme más atención, se fue al cuarto.
    
    No pude evitar sentir lástima por Rubén. Cada día estaba un poco más apagado. Cada vez las cosas parecían importarle menos. Su actitud apática se trasladaba a todos a los órdenes de la vida. No era solo conmigo.
    
    Dos brazos rodearon mi cintura. Pitu me dio un beso en la mejilla.
    
    —No Pitu, ahora no.
    
    —Tranqui, ni siquiera entendió que yo estaba acá.
    
    —Igual, así no quiero.
    
    Sus manos se deslizaron hacia mis caderas. Sus labios bajaron hasta mi cuello.
    
    —Esto está mal. —susurré.
    
    Su respiración me hizo cosquilla. Su lengua estaba dejando un rastro de saliva en mi cuello. Sus dedos se cerraron sobre mis glúteos. Volvimos a la cocina.
    
    Pitu se bajó el pantalón. Su verga saltó como resorte. Me pregunté qué pasaría si Rubén bajaba y nos viera. Por primera vez, ese escenario no me horrorizó. Quizá fuera lo mejor, pensé. Tal vez un golpe de realidad lo haga volver en sí.
    
    Continué con lo que había empezado. Le hice un oral en el comedor de casa.
    
    —Eso mi putita, eso. —susurraba Pitu mientras me la hacía tragar.
    
    Acaricié sus pectorales, por debajo de su remera. Lo rasguñé, no muy fuerte, pero lo suficiente para dejarle una marca. Si se le ocurría coger con alguna de las pendejas de la escuela, ella vería que ya tiene dueño.
    
    El líquido ácido y dulzón se eyectó en mi ...
    ... garganta. Lo saboreé y después se lo tragué todo.
    
    —Todavía tenemos tiempo. — me dijo.
    
    Me quitó el pantalón. Me bajó la tanga.
    
    —Esta me la llevo de recuerdo. —dijo, guardándose mi ropa interior en el bolcillo de su pantalón.
    
    No me opuse en absoluto. De hecho, me gustó que se la quedara. Me agradó imaginarlo, aferrada a ella, mientras me recordaba y se masturbaba.
    
    Me quité la remera y el corpiño, quedando completamente desnuda. Si teníamos otra interrupción, no tendríamos tiempo de vestirnos. A lo sumo podríamos agarrar nuestras prendas y huir hacia el fondo. La situación, totalmente riesgosa, me producía una adrenalina adictiva.
    
    Pitu me abrazó. Me agarró con ambas manos de las nalgas, y me levantó, para luego hacerme sentar sobre la mesa. Mi culo desnudo quedó ahí, donde normalmente se sienta mi hijo.
    
    Pitu se puso un preservativo y se acercó. Yo abrí las piernas. Mi sexo, como de costumbre, ya estaba empapado.
    
    Me agarró de las tetas, casi con violencia, y sin soltarlas, me penetró una y otra vez.
    
    Intenté reprimir los gemidos, pero sólo logré hacerlo durante algunos segundos. Luego fue imposible. La verga gorda se metía en mí, y mi sexo, demasiado apretado para semejante instrumento, reaccionaba con deleite al sentirlo.
    
    Me metí algunos dedos en la boca, y los mordí, suprimiendo así los ruidos que se agolpaban en mi garganta. Mi mano se llenó enseguida de saliva que se caía sobre las manos de Pitu, las cuales, caprichosamente, seguían masajeando mis ...
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