1. Cuando los gemidos de una mujer son...


    Fecha: 02/07/2024, Categorías: Infidelidad Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos

    ... tremendo castigo pues Roberto, no conformándose con la penetración, la nalgueó violentamente hasta dejárselas más oscuras de su tono normal, debido a la ruptura de los capilares sanguíneos. Carne prieta y martajada es lo que pudo ver Álvaro en el trasero de su amada.
    
    Pese a los varios minutos que duró tal cópula, Roberto no parecía agotarse, la bombeaba duro y constante, al mismo tiempo que Yazmín expulsaba quejidos cada vez más agónicos de placer. Parecía que Roberto podría seguir así incluso por horas, sin embargo, Yazmín, después de unos minutos más ya no aguantó más y gritó: “¡Ya... ya por favor para, para!”.
    
    Después de una última y contundente estocada, el macho sacó su largo y carnoso miembro del apaleado cuerpo de Yazmín, a quien amablemente ayudó a incorporarse.
    
    Por sus limitados movimientos, era evidente que Yazmín se había quedado engarrotada, pues haber estado en aquella posición durante tanto tiempo tuvo sus consecuencias.
    
    La hembra dio un amplio estirón para desentumecerse, al mismo tiempo que expulsaba una especie de gemido bastante sensual. Hasta Álvaro disfrutó escucharle expeler aquello, sin embargo apenas le dio tiempo pues tuvo que ocultarse instintivamente ya que Yazmín movió de tal manera su cabeza que por poco lo descubre al mirar hacia arriba.
    
    Sin atreverse a asomar inmediatamente los escuchó desde el otro lado del muro.
    
    “Caray... ni mi novio me lo hace así”, dijo ella.
    
    “Pues cuando tú quieras corazón. Ya sabes, estoy aquí a tus ...
    ... órdenes para complacerte”, le respondió Roberto.
    
    “No creo volver a... es que dentro de unos días me caso”, comentó Yazmín, con cierta picardía.
    
    Oír esto picó la curiosidad de Álvaro y volvió a asomarse.
    
    “Bueno, casada o soltera, da igual, yo te cumplo. ¿O qué, no me crees capaz?”, dijo Roberto y demostrando su virilidad hizo cabecear su pene sin usar sus manos.
    
    Yazmín miró con reconocimiento tal acción y le tomó del vergazo. Lo frotó y, sin él pedírselo, se hincó para mamárselo.
    
    Álvaro atestiguó cómo entre ambos ya se había creado una relación más intensa que la que había entre él y ella. Yazmín, la que hubiese conocido y deseado desde hacía tanto, más de lo que Roberto tuviese de conocerla, se le estaba entregando a éste, como Álvaro hubiese deseado se le entregara a sí mismo.
    
    A dos manos masturbó al stripper, ya que el tamaño de su miembro así lo permitía. Mamaba y restregaba con intensidad y, sin embargo, aquél no mostraba signos de estar cerca del clímax.
    
    “Aguantas mucho”, reconoció la mujer sin dejar de frotar aquel pedazo de tiesa carne.
    
    “Es mi oficio”, le replicó aquél sin presunción, aunque muy seguro de sí mismo.
    
    “Pero es que sigues enterito. ¿A poco te vas a quedar así?”, dijo Yazmín sonriéndole.
    
    Roberto le acarició la mejilla y le respondió:
    
    “Si quieres me vengo en tu hermosa carita”
    
    “No, cómo crees”
    
    “¿Por qué no?”
    
    “Es que quedaría oliendo. Qué tal si Álvaro se da cuenta”
    
    “¿A qué quedarías oliendo?”, preguntó Roberto ...
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