1. Penelope, mi primera vez...


    Fecha: 24/07/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    El mundo era demasiado diferente a lo que es hoy en día, no había celulares, ni siquiera había teléfonos y para hablar tenía que ir hasta el que era público de la esquina de casa, que casi nunca funcionaba, o caminar dos cuadras hasta el bar de Don Jacinto, solo en horarios en los que ese bar estaba abierto. Sacar fotos era otra historia, se compraba el famoso rollo Kodak de veinticuatro, o treinta y seis exposiciones, para luego llevarlo a revelar a algún sitio especializado.
    
    Una pc de escritorio era algo demasiado raro, solo podía verse en alguna familia adinerada y lo normal era utilizar máquinas de escribir y grandes archivos para apilar documentación escrita.
    
    Todo era tan diferente, la vida era más calma y el mundo parecía girar más despacio, no había tanta información digital con bombardeo permanente y se pasaban las horas con mayor inocencia.
    
    En esos días, mis padres tenían una posición económica de clase media acomodada, vivíamos en una linda casa al frente típica, el dormitorio de ellos daba hacia adelante, había uno contiguo para mi hermana menor, luego el baño y por último el mío que daba el patio trasero de la propiedad, sobre el lateral un amplio lugar con divisorias que oficiaba de cocina, comedor, living y hasta un pequeño espacio disponible que lo usábamos para guardar todo lo que no tenía sitio definido.
    
    En el terreno del fondo se había edificado un pequeño departamento, modesto, con un solo dormitorio que daba a la calle por un pasillo lateral. ...
    ... La idea de mis padres era que ese departamento sirviera algún día para traer a los abuelos, cuando ellos ya no pudieran valerse por sí solos, y hasta que ese día llegase, lo daban en alquiler por algunos pocos pesos, para que lo tuvieran ordenado y mantenido y para que al menos se pagaran los impuestos.
    
    La situación que se daba era un tanto fuera de lo común, la ventana de mi dormitorio distaba unos siete metros de la ventana del dormitorio del departamento contiguo, algo normal pensando en abuelos, pero no tanto para vecinos de turno.
    
    Pasaron varios inquilinos en el tiempo, algunos mejores, otros peores, unos duraron mucho, otros poco y a lo largo de mi niñez y adolescencia me había acostumbrado a esos roces y contactos, más por compartir un patio en común.
    
    Ya eran días de mi primera noviecita, los primeros besos a escondidas y ese natural despertar sexual de un veinteañero.
    
    Y fue en esos días cuando el matrimonio Ordoñez cayó en el departamento trasero...
    
    Ya en esos tiempos, mi padre me llevaba a negociar los contratos con él, lógicamente esperaba que yo me empapara en los temas de adultos con la idea de que en poco tiempo tomara su lugar.
    
    Él se había sentado a un lado de la mesa donde había una pila de papeles desordenados donde se dejaría por escrito el contrato, al otro lado, el señor Ordoñez discutía los pormenores de la situación. El tipo era un regordete, calvo y trabajaba en un frigorífico despostando carne, un oficio que se me hacía un tanto rudo, y ...
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