1. Penelope, mi primera vez...


    Fecha: 24/07/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... me dejaba entrever un tipo peligroso que sabía manejar el cuchillo.
    
    Yo estaba parado tras la silla de mi padre, secundándolo, en silencio, de la misma manera, a su vez, Penélope, la esposa de Ordoñez estaba parada tras la silla de su esposo, en silencio.
    
    Fue la primera vez que Penélope se cruzaría en mi vida, una mujer madura, muy bonita, alta y de proporciones muy justas y marcados recovecos en su silueta. Su rostro de piel apenas morena se me hacía muy llamativa, de ojos oscuros e inquietos, con una melena ampulosa y larga en un castaño natural que ella aclaraba un poco en peluquería. Ella parecía desentendida de la situación, como ausente de las palabras, con la mirada perdida en la nada misma, con un cigarro humeante entre sus finos dedos, adornados con anillos, luciendo unas largas, hermosas y esculpidas uñas pintadas en rojo pasión. Podía observarla en detalle, fotografiarla en mis retinas, porque en ese momento yo también parecía ser para ella parte del decorado.
    
    Con el correr de los días aprendería muchos detalles de la familia Ordoñez, el tipo trabajaba en horarios rotativos y era parco y reservado, casi no hablaba, solo lo necesario cada vez que había que abonar la mensualidad, ella por su lado, era diseñadora de ropas, o tenía un negocio de prendas femeninas, o trabajaba en moda para un tercero, nunca supe bien como era su trabajo, pero Penélope siempre lucía impecablemente vestida con esas uñas relucientes y un cigarro entre sus dedos. Muchas veces ...
    ... hacía de fisgón desde mi cuarto, me encantaba observarla cuando su esposo no estaba, ella a veces me devolvía las miradas, otras, solo fingía no verme y alguna vez me regalaba una sonrisa.
    
    Ella no tenía muchas visitas, las contaba con una mano, pero siempre imaginaba historias cuando llegaba Zulema, creo que eran socias, o compañeras de trabajo, o algo así, también vestía bien, también lucía bien, ella era morena, con el cabello corto y siempre peinado a la perfección con ralla a un costado. Parloteaban mucho, reían y más de una vez supuse que hablaban de mí, no supe el motivo, pero siempre estaba con esa sensación, y yo imaginaba cosas que nunca sucederían.
    
    Volviendo a Penélope, yo empecé a tener un amor platónico con esa mujer, y fue la culpable de que rompiera con mi noviecita de esos días. Es que ella tenía la edad de mi madre, pero eran diferentes, mi mamá era una mujer que cargaba con cincuenta años, siempre de entrecasa, con chancletas, ruleros, y veinte quilos de sobrepeso, de manos ajadas, Penélope en cambio, tenía también unos cincuenta, pero sus pechos eran llamativos, cintura de avispa, culo respingón y siempre estaba atractiva, con joyas y maquillaje de ocasión, una señora muy bien puesta.
    
    Mi madre colgaba nuestras ropas luego de lavarlas en la planta alta, grandes bombachos secándose al sol, pero mi vecina lo hacía en un tender en el patio compartido, ropa interior diminuta y provocativa y más de una vez ella me descubría excitándome en silencio con lo que ...
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