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Infiel por mi culpa. Puta por obligación (6)
Fecha: 18/08/2024, Categorías: Grandes Relatos, Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... pronto posible con esta charla demasiado dilatada. — ¿Ha llegado la hora? Ufff… Hummm. Yo… ¡No sé por dónde empezar! —Y Mariana se coloca en pie. Ya no alisa el tejido de su vestido, no le preocupa. Tampoco se frota las manos, como usualmente hace cuando va a expresar una idea o en este caso, sus disculpas. *** ¡Creo necesitar aire! También un espacio para calmar estos nervios y por supuesto una luz que me pueda iluminar las ideas para dar comienzo. Me acerco muda hasta la entrada, con la puerta abierta de par en par y alargo el tiempo descolgando mis brazos. Aprieto mis manos perturbada y en la cerámica del suelo observo dibujada, trapezoidalmente la claridad de esta mañana. ¡Yo no la tengo! Todo un guion de telenovela, estudiado frente al espejo de nuestra habitación y sobre nuestra cama, la maleta de viaje aun sin hacer. Con gestos de arrepentimiento y movimientos de mis manos para acentuarlo, que en este momento no los encuentro. No me sirvieron de nada, pues en el apuro de encontrarle espacio a mi automóvil en el parking del aeropuerto en Bogotá, se me quedaron refundidos allí a la hora de cargar con mi equipaje, y ahora he olvidado por completo el parlamento. Pero ni esta lánguida postura ni mis sudorosas manos, son las ensayadas hasta bien entrada esa madrugada. Actriz definitivamente no era, y mentirosa tampoco quería parecer, aunque bien que le mentí varios meses mientras abusaba de su confianza lenta y progresivamente. Y sí, nerviosa y trastornada, ...
... repruebo esta audición estrepitosamente, ante la realidad que tengo en frente de mí, después de tanto tiempo de no hablarle ni mucho menos verle. ¡Da igual! Las verdades que necesito que conozca, no requieren de luminosos escenarios y mucho menos de sonoros aplausos. No creo que mi esposo, –como único espectador– esté por la labor de ponerse de pie en su palco y festejármelas. Me doy vuelta para acercarme a Camilo, pero sin verle. ¡El manto de la vergüenza me envuelve! *** Rígidos los brazos, cayendo algo apáticos a los costados. Cierra con rapidez las manos hasta dar consistencia al puño y luego las expande, separando ampliamente sus finos dedos. ¡Veo destellos en uno de ellos! Es por culpa de la dorada y real alianza que le coloqué, aquella tarde soleada de un antiguo agosto. Repite la operación varias veces, acompañando con este nervioso gesto sus cavilados pasos en una diagonal, entre el sofá y el umbral de la entrada. Desde allí, aclarada Mariana se gira y ahora entorna la mirada. Regresa hacia mí, cabizbaja y sin iluminarme con ese par de tallados topacios azules que me enamoraron. Finalmente me acomodo en el sofá respetando el abandonado lugar y su pensativo silencio. —Camilo, mi amor… —Mi esposo se lleva ahora una mano a su frente y con ese acto detiene mí enredado comienzo, pero no la deja allí sino que la desplaza hasta su coronilla, labrando surcos con sus dedos en el oscuro castaño de sus ondulados cabellos. ¿Estará dispuesto a escuchar o a rebatir cada ...