Doña Gadea
Fecha: 12/09/2024,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Rosa1972, Fuente: CuentoRelatos
... aquello de que tenía dos noticias, una buena y otra mala. El resumen era que tenía que reducirme la jornada a la mitad, pero que ya había ordenado, sin que su mujer lo supiese, un aumento de sueldo que me compensase en parte y que en un par de meses se comprometía a pasarme de nuevo a jornada completa manteniendo mi nuevo salario. Me pidió por favor que no dijese nada y que tuviese paciencia con su mujer y yo hice propósito de enmienda. Cuando se fue, a media mañana, estuve a punto de ponerme a dar saltos, pero me contuve y seguí a lo mío. Las nuevas condiciones eran muy buenas para mí y además tendría más tiempo libre. Entonces miré un momento hacia la acera delante de la oficina y vi a Gadea que echaba un vistazo a los anuncios de nuestras casas en venta. No pude evitar que me viese, tragué saliva temiendo que me mirase como a una fresca o peor, que entrase a reprobar mi espectáculo de la noche pasada. Definitivamente era mi día, me regaló una sonrisa angelical que no le conocía, y entró con el carrito del niño a saludarme. Tuvimos esa absurda conversación en que yo hablaba con el pequeño de apenas unos meses y su madre contestaba por él. Llevaba minifalda y me atreví a decirle que era preciosa y le quedaba muy bien, agradeció el cumplido y como era viernes me invitó a tomar un café por la noche si es que no tenía que madrugar el sábado. La agencia no abría los sábados en invierno, acepté con mucho gusto.
A última hora de la mañana salió el sol y antes de ir a casa para ...
... comer compré un billete de lotería. No me tocó, pero fue lo único que salió mal aquel día.
Por la noche a eso de las nueve llegué a casa con unos pasteles y la saludé a través del patio, estaba tendiendo ropa, abrí la ventana. Estaba sola como siempre.
Me dirigí a ella llamándola Doña Gadea.
-Por favor llámame Gadea o yo te llamaré Doña Rosa.
-Lo intentaré, pero...
-Pero que, no soy tan mayor.
-Eres muy joven, pero me imponen mucho los profesores.
Podía ser realmente encantadora si se lo proponía. Me estuve fijando en la ropa que tendía, los sujetadores eran indescriptibles pero las bragas, a mí no me gusta decir braguitas, eran preciosas, bastante pequeñas y con mucha transparencia. Quedamos en que me iba a duchar y llamaría suavemente a su puerta en media hora. No sabía que ponerme y le pregunté directamente.
- Esperas a alguien por cierto? Quiero decir puedo ponerme ropa de estar por casa.
- Estamos solas en el faro. Ponte lo que quieras.
- Que faro?, le pregunté.
- No tienes la sensación cuando subes las escaleras de vivir en un faro?
Era cierto, no era sólo la falta de ascensor, las escaleras eran muy empinadas y esa sensación existía. Su frase: ponte lo que quieras, fue resonando en mi cabeza.
Me sentí infantil o por lo menos inmadura preparándome como si de una cita se tratase, me probé tantas cosas que acabé diciéndome que estaba sacando aquello de madre. Quería enseñarle mis piernas, pero no iba a ir en bragas. Tenía un pijama ...