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Doña Gadea
Fecha: 12/09/2024, Categorías: Lesbianas Autor: Rosa1972, Fuente: CuentoRelatos
... Mientras ella estaba en el baño me metí en cama desnuda, si tanto me necesitaba tendría que respetar que a mí me gustaba dormir así. Le susurré que la cama estaba helada, que viniese rápido. Una de las lámparas de la mesita estaba encendida y cuando se metió en cama pudo ver que yo estaba completamente desnuda. No hizo ningún comentario, llevaba puesto un camisón exactamente igual al púrpura que tanto me gustaba, pero éste en color blanco. Se tumbó boca arriba en la cama, apago la luz y respiró profundamente. Me susurró un gracias y se puso a rezar. Yo no sabía que hacer ni que decir, ardía de deseo, solo el ligero contacto de la piel de nuestros muslos me disparaba el corazón y ya me decía mi coño que no me iba a dejar dormir. Pasaron unos veinte minutos de rezo y yo mientras dudaba si atacar o no. Si atacaba y la cosa salía mal, me imaginaba como sería vivir luego con una vecina con la que has tenido un traspiés así. Tenía claro que no me aguantaría sin hacer algo que la ofendiese o violentase. Tendría que encontrármela en la escalera, coincidiríamos en la calle y lo peor: que fuese contando por el pueblo que yo era lesbiana. Terminó el rezo y me dio la espalda. Yo me dije que había sido ella la que me había metido en su cama. Me puse también de lado y me abracé a su espalda. Pasé mi brazo izquierdo sobre ella y dejé caer mi mano sobre la zona de su garganta, ella reaccionó bien, agarró mi mano con la suya y apretó fuerte. No le incomodaba tener mis dos buenas ...
... tetas pegadas a su espalda desnuda y mi pierna izquierda cabalgando sobre la suya. Lentamente fui abrazándola cada vez más fuerte, pegué mis labios a su hombro y esbocé una especie de beso. Esperaba un codazo de un momento a otro y tener que salir disparada de su cama, pero mientras tanto yo no paraba. Su piel me encantaba, nunca he vuelto a sentir lo que sentí aquella noche con Gadea, era la primera mujer que caía en mis brazos. Mientras besaba su espalda y la parte de atrás de su cuello ella agarró mi mano y la puso sobre su culo. ¡Bingo Doña Gadea! Sorpresas que te da la vida. Acaricié su trasero como si de una joya se tratase, tenía puesto el tanga que le había regalado. Recorrí sus glúteos con las yemas de mis dedos. Si se me humedecían las manos con los nervios lo cubría con el camisón y se lo acariciaba con la tela. Un par de veces intenté pasar mi mano a sus pechos, pero me la agarró y la volvió a su trasero. La segunda vez se puso boca arriba y tiro del tanga hasta debajo de sus rodillas. Aprovechó para echar una de las mantas hacia atrás porque empezaba a hacer demasiado calor allí. Yo terminé de quitarle el tanga y me llevé a la boca el triángulo que venía calentito y húmedo de su coño. Me tranquilizó que me resultase agradable su sabor. Ella respiró muy profundo al verme oler y chupar prenda tan íntima y yo abrí paso con las yemas de mis dedos entre su poblado y pelirrojo coño hasta encontrarme con la fuente de aquel delicioso néctar. Doña Gadea flexionó una de sus ...