1. Doña Gadea


    Fecha: 12/09/2024, Categorías: Lesbianas Autor: Rosa1972, Fuente: CuentoRelatos

    ... bien caliente y la dejé dentro de una bolsa en su puerta. Ella me escuchó y oí como la recogía. La hortaliza imponía realmente. Vi como la observaba y limpiaba el tallo del lado menos gordo. Creo que al noventa por ciento de las mujeres no es algo que nos excite especialmente el insertarnos grandes objetos, pero reconozco que, en mi caso si me gusta hacerlo para calentar a mi pareja y lo he hecho muchas veces. Me encanta abrirme bien y exhibirme.
    
    Pero es que aquella berenjena, aunque tuviese cierta flexibilidad era un reto para Gadea y lo afrontó usando una silla que tenía sin respaldo, y ayudándose de algo de aceite. Separando bien sus piernas colocó la silla bajo su coño y en ella apoyó la hortaliza, sujetándola con una mano mientras con la otra se abría los labios del coño. Falló el primer intento, pero embadurno bien sus dedos en aceite y se los metió para lubricarse bien. A la segunda fue dejando caer el peso de su cuerpo sobre su coño y este fue absorbiendo poco a poco la berenjena. Sus pechos eran testigos del momento y respiraba tan profundamente que no dejaban de ondear y chocarse entre ellos. Su cara era un poema, estaba sudando y completamente roja, pero tras la dificultad de meterse todo aquello en el coño parecía que realmente empezaba a disfrutar. Se puso de pie y vi que la berenjena prácticamente había desaparecido. El extremo grueso asomaba algo y Doña Gadea, tras comprobar que yo seguía anonadada el espectáculo desde el otro lado del patio, lo ...
    ... empujaba hacia arriba y se follaba con fuerza al punto que consiguió sacárselo hasta la mitad y clavársela de nuevo, lo hacía repetidamente, cada vez más fácil, puso su pie sobre la silla y empezó a mirarme. Se follaba con fuerza y su coño empezó a gotear y no solo aceite, veía una especie de semen blancuzco de la mezcla del lubricante con sus jugos. Yo llegué a estar tan a gusto, veía que me venía un orgasmo delicioso que, una de las veces que ella clavó su mirada en mi le di un último trago a su leche y me tiré el resto por las tetas y por el vientre para que se metiese en mi coño. El sonido de mis dedos entrando y saliendo de él cambió en cuanto la leche de mi vecina empezó a mojar mis labios y meterse dentro de mí. Me corrí tan bien que caí muerta contra el cristal de la ventana. En cuanto Gadea vio que estaba rendida empezó a ocuparse realmente de su orgasmo, con una mano manejaba la berenjena y con la otra el clítoris, luego se la quitó y se sentó en la silla para frotarse y frotarse hasta casi llorar y correrse con la cara desencajada. No creo que se lo pasase especialmente bien, creo que quería impresionarme y dejarme claro que estaba dispuesta a ser tan generosa conmigo como fuese necesario.
    
    ¡Vaya por Dios! Otra vez a limpiar el suelo de la cocina. Nos reímos cuando nos vimos ambas, fregona en mano, adecentando el suelo a media noche. Yo estaba empapada de leche y todo el interior de mis muslos pegajosos del jugo de mi almejita.
    
    Fue una noche inolvidable en muchos ...
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