Doña Gadea
Fecha: 12/09/2024,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Rosa1972, Fuente: CuentoRelatos
... aspectos, pero quizás lo que más recuerdo es que mientras me preparaba un baño bien calentito Gadea volvió a golpear la ventana de mi baño con la escoba. Abrí media ventana y no fui capaz de negarle un ratito de conversación. Hacía bastante frío y cada una se metió en su bañera. Ni siquiera necesitábamos levantar la voz, la acústica del patio y la cercanía de los dos baños nos permitía charlar. El edificio estaba completamente vacío y en silencio, pero tampoco hablamos de nada que nos comprometiese, los humanos somos gregarios, necesitamos otros humanos a nuestro alrededor y Doña Gadea necesitaba sentirse acompañada, poco a poco fui descubriendo que, dentro de su familia, ella siempre había sido el patito feo, su hermana era Doña Perfección, gran estudiante, gran deportista, había aportado al capital familiar casarse con un eminente cirujano. En el fondo creo que siempre había estado muy sola, y encima, tuvo la ocurrencia de casarse con un hombre al que vería, como mucho, tres meses al año hasta su jubilación.
Nuestra conversación se alargó más de una hora, nunca olvidaré aquella sensación del agua de la bañera calentita y el tremendo frío que entraba por la ventana, el vapor escapando hacia el patio iluminado por la luz amarillenta que salía desde los dos baños.
Cuando decidimos que ya estaba bien por aquella noche Gadea me invitó amablemente a salir el lunes por la tarde, de compras o quizás a Santiago o Coruña. Yo acepté, pero le pregunté qué haríamos con el niño. ...
... Parece que podría quedarse con su madre, o mejor dicho, con una señora que trabajaba en casa de su madre desde que ella era niña y en la que confiaba mucho.
Me metí en cama pensando si esta nueva Gadea era una gemela de la que yo conocía, como había transmutado de tal manera. Me lo había pasado muy bien hablando con ella. Pero yo me decía: Rosa no te fíes.
Capítulo 11
Llegó el lunes, pero antes, el domingo, el anticiclón de las Azores había entrado en nuestras vidas arrasando con todo. En apenas veinticuatro horas la lluvia dejó paso a un cielo azul que ya nadie recordaba y el termómetro sufría de vértigo subiendo de trece a veinticinco grados, no estaba nada mal para marzo.
No teníamos por qué ocultarnos, nadie podía sospechar que entre nosotras había nada más que amistad derivada de nuestra vecindad. Habíamos decidido ir a Santiago, a un centro comercial, pero, por casualidad, Gadea coincidió con mi jefe cuando vino a decirme que ya había dejado al pequeño en casa de su madre. Se conocían de toda la vida y aunque me faltaban más de dos horas me ordenó acabar temprano para no hacer esperar a Gadea. No sé sorprendió de nuestra amistad, sabía que éramos vecinas, estuvieron charlando mientras yo recogía mis cosas y nos fuimos. Decidimos entonces que, teniendo tiempo, nos íbamos a Coruña, estaba un poco más lejos pero no nos encontraríamos con gente del pueblo. Coincidir con alguna de sus amigas nos arruinaría el día.
Gadea se había puesto muy guapa, llevaba una ...