1. Doña Gadea


    Fecha: 12/09/2024, Categorías: Lesbianas Autor: Rosa1972, Fuente: CuentoRelatos

    ... es que Gadea sabía muy bien lo que decía, tras tener su segundo hijo, aquello sobrepasaba ya todo lo imaginable, ganó una talla más de sujetador y sus pechos, aunque seguían siendo la cosa más morbosa del mundo, le impedían hacer una vida normal. En la playa la gente no podía evitar mirar aquello y no los culpo. Aunque engordó tres o cuatro kilos aquel cuerpecito no se correspondía con las dos sandías que colgaban de él.
    
    Tras la operación quedó increíble, seguía teniendo un par de pechos de un tamaño más que generoso, incluso un poco más que su hermana, pero que desafiaban la gravedad y parecían caerse hacia arriba en vez de hacia abajo. Su canalillo mareaba solo de acercarse a él.
    
    El tema de los cariñitos fui llevándolo lo mejor que pude, Elena y Gadea siempre me negaron haberse acostado juntas antes de nuestra primera noche, pero cuatro o cinco años después de conocernos reconocieron haber jugado de jóvenes muchas veces a juegos del tipo apretarse los pezones o ponerse pinzas en los labios del coño. De todos modos, su relación ha sido increíble desde que yo aparecí en sus vidas, se quieren como no se habían querido antes y han sido de gran ayuda, la una para la otra, a lo largo del resto de sus vida. Rara vez hablamos de cómo se sentían con aquella situación incestuosa, alguna vez Elena comentó que, al principio, cada vez que venía a casa, subía las escaleras jurándose que era la última vez que lo hacía pero que sería la mejor noche de su vida. Luego se pasaba la ...
    ... semana esperando a echar el último otra vez. Gadea, que continuó siendo el vértice de aquel embrollo, la autorizo a follar con nosotras dos veces por semana cuando se separó de su marido a los tres años. La animamos a buscar nueva pareja, pero ya era tarde, estaba demasiado enganchada a nosotras para perder el tiempo buscando lo que ya le dábamos. Gadea nunca perdió la obsesión que tenía por su trasero y durante años la animó egoístamente a coger algo más de peso para que estuviese más a su gusto y, la verdad, las dos disfrutamos horas y horas magreando aquellas nalgas que poco a poco excitaban más nuestro vicio insaciable. Hicimos locuras. Recuerdo noches de verano en que subimos a follar a la azotea bajo las estrellas, todavía el olor del ladrillo caliente al sol me transporta a aquellos días.
    
    Por supuesto que hubo malos momentos, sobre todo cuando su marido se quedaba en casa más de lo que a nosotras nos gustaría, pero bueno, este no es el lugar ni el momento para recordarlo. Lo siento Gadea, pero nunca entendí la relación con el padre de tus dos hijos, siempre fuiste una madre extraordinaria, educaste a tus hijos muy bien, los dos me quieren mucho y todavía me llaman tía Rosa cuando los visitó, sobre todo el mayor.
    
    Nunca nadie tuvo idea alguna de nuestra relación, la verdad teníamos muchísimo cuidado.
    
    La rutina es el veneno de cualquier relación, por muy extraña que esta sea. Con el paso de los años la segunda maternidad de Gadea, todo fue siendo cada vez más ...