Doña Gadea
Fecha: 12/09/2024,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Rosa1972, Fuente: CuentoRelatos
... de la madre Teresa de Jesús, no digo que me diese miedo la decoración, pero no parecía la casa de una joven de treinta años, todo era, no sé... mis padres a sus cincuenta tenían más gusto para la decoración que ella. Estaba claro que era una persona bastante religiosa, pensé en ese momento que si conociese mi condición sexual me consideraría una enferma en el mejor de los casos. El niño era un bendito, nunca mejor dicho, porque en diez minutos estaba durmiendo la siesta, ella entró en el salón disculpándose por no haberme ofrecido nada. Yo me olvidé de todo cuando la vi bien de cerca, ya sin abrigo, llevaba unos vaqueros que le quedaban muy bien y un jersey de punto que dejaba entrever el enorme sujetador que aguantaba todo aquello como un andamio.
Cuando crucé los dos metros de rellano de vuelta a mí piso, con el tiempo justo para comer y volver al trabajo, lo hice más preocupada que excitada. Me gustaba tanto aquella mujer, no era como Áurea, mi eterno amor platónico de juventud. Gadea era otra cosa, era una mujer, una madre ya, no era etérea como Áurea, tenía defectos, volvió a hablarme con un aire de superioridad despreciable y quedaba por comprobar que su cuerpo me gustase tanto como intuía que lo haría, pero me producía un morbo, unas ganas de odiarla y quererla al mismo tiempo, era eso lo que me preocupaba, que fácil sería que simplemente me gustase espiarla, sin más. No fui capaz de comer, me masturbé dos veces, la primera me corrí en un par de minutos, me ...
... imaginé orinando sobre ella, empapando su cara y viendo como mi meada acariciaba su piel cuerpo abajo hasta mojar su chocho. Mientras me meaba la obligaba a comerse mi coño, sentada en la bañera. Me corrí en la taza del váter y me dejé caer sobre la cisterna. La segunda vez fue más placentera y se me ocurrió que lo que me imaginaba mientras me masturbaba era algo que fácilmente podía llevar a la práctica.
Y así fue, pero antes, por la tarde ocurrió algo que marcaría el devenir mi vida en los próximos meses. Como no había comido a mediodía, a eso de las cinco, cerré un momento la oficina y crucé la calle para comprar algo en el supermercado de enfrente. Mi amiga de la frutería me lanzó una preciosa sonrisa cuando me vio y en menos de tres minutos estaba de vuelta en el trabajo. Un rato después en cuanto pude me puse a comer la enorme palmera de chocolate que me había comprado. La mala o la buena suerte hizo que en ese momento entrase la mujer de mi jefe. Me hizo un comentario muy desagradable y yo le contesté algo así como que me tenía envidia por poder comerme la palmera cuando ella estaba como una foca. Fue un comentario con la clara intención de hacer daño, igual que el suyo, además, ni siquiera estaba gorda, solo rellenita y ya he dicho que incluso su cuerpo me agradaba. Pero la cosa se nos fue de las manos y tuvimos una discusión muy acalorada. Aquella noche me fui a casa asumiendo que lo ocurrido tendría consecuencias y sintiendo de verdad poner a mi jefe en aquella ...