El hijo de mi vecino me hizo click
Fecha: 18/09/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: JesyPanty, Fuente: CuentoRelatos
... mis ranuras en su rostro. Él quería todo mi culo para él solo.
Después de acalambrarse su lengua, me agarra de las caderas y me clava otra vez, y vuelve acabar dentro.
Estuvimos hasta las 9 de la mañana en esos menesteres y nos levantamos. Aseamos y ventilamos la carpa. Mientras, Martín estaba haciendo el desayuno.
Nos sentamos y no nos dijimos nada de lo acontecido en la carpa, todo como si nada.
Ya a las 10:30 h, llama mi vecino y habla con Martín, y le cuenta que aún estaban allá, y que estarán de vuelta a las 16 h.
Cuando me cuenta Martín, no le creí, y le envío un mensaje a mi marido, y me responde lo mismo.
Enojada, le digo a Martín que me ayude hacer la carpa. Cuando llega ahí, lo estaba esperando en pelotas y con mi culo paradito.
Y estuvimos casi 2 horas más en nuevas posturas. Hasta que escuchamos unos “aló, aló”. Y Martín me dijo que era un vecino del campo, a quién le compraron su parte. Nosotros nos quedamos en silencio y clavados, pero el vecino no se iba. Vimos por una ventanilla y estaba escribiendo una nota. Dejamos que se fuera y seguimos con lo nuestro. Pero no pasaron 30 minutos y otra vez el “Aló, aló”. Nos volvimos a silenciar y esperar que se fueran.
Entonces, agarro de la mano a ...
... Martín y me lo llevo camino al río, ya había visto unos buenos lugares apartados y escondidos para estar tranquilos.
Llevamos toallas, bloqueador, y frazadas para tirarnos.
Y seguimos jugando al papá y la mamá.
Yo soy bien calladita en el sexo, pero estaba muy motivada con mi nueva carne tierna, y mis gemidos no tenían fronteras, al igual que Martín, no se quedó atrás.
Le prohibí que no me dejara de decir “Tía” en ningún momento, por 2 razones: 1 porque me gusta sentirme mayor infringiendo reglas tabúes. Y la otra, es para que no se acostumbre a decirme de otra manera y se le salga delante de sus papás o de mi marido.
Ya a las 15 h, jugando con el peligro, no parábamos de culear, estando cerca de la hora que habían dicho los machos que llegarían.
Y Martín me pide por última vez, que lo hiciéramos en el agua. No fue buena idea porque quedamos los dos adoloridos de nuestras partes comprometedoras, pero igual lo disfrutamos.
Subimos a la cabaña y mientras preparábamos el almuerzo, llegan los machos, dándonos todas las escusas del caso, como si a nosotros nos importara.
Por supuesto nos hicimos los tontos y les seguimos la corriente.
Las cosas que pasaron después no pararían.
Pero eso será tinta para otro papel.