La vida es un carrusel (capítulo dieciséis)
Fecha: 19/09/2024,
Categorías:
Gays
Autor: osazo21, Fuente: CuentoRelatos
... que le gusta... pinga y leche. - sentenció Miguel. - ¡Coño, se me está poniendo dura de nuevo!
- ¡Pues ya sabes dónde está el hueco que baja las pingas! - le dije girándome para permitirle que me volviera a singar.
Me quedé de costado a Berto mientras Miguel metía su pinga de nuevo, no tan dura, pero entraba bien. Cuando la metió hasta atrás, nos besamos.
- ¡Berto, ya ves..., esto es lo que me vuelve loco! - le dije.
- ¡Ya lo veo, pues con nosotros tendrás mucho!
- ¡Tiene un culo de oro! - agregó Miguel.
- ¡Te lo dije, brother, que lo que le pagamos a Juanca es poco! - dijo Berto.
- ¿Cómo que le pagaron a Juanca? - pregunté asombrado.
- Pues... bueno, sí... Juanca cobra, a mí hoy me hizo una rebaja pero a Miguel le cobró completo. - Dijo Berto.- ¿Qué? ¿Tú no sabías lo del negocio?
- Lo del negocio sí, pero de que me vendía, no, me dijo que eras un amigo que no tenía con quien singar.
- ¡Ja, hideputa! ¿Eso te dijo?
- ¡Nene, ese viejo se va a forrar contigo! ¡Y lo mejor que ni te enteras! -me dijo Miguel al oído.
- Pues no, ya no... ahora soy la jeva de ustedes dos. - le dije besando a uno primero y después al otro.
Aquello fue el pistoletazo para que Miguel empezara a singarme como antes, me sentía raro porque en mí bullía la sangre por lo que Juanca había hecho. Lo peor es que si hasta el momento quizá pasó por mi mente el hecho de que era yo quien lo engañaba, me resultaba extraño, el engañado era yo. Allí estaba singando con dos que ...
... habían pagado a mi gente, a mi marido como le gustaba decirme. Me dejé arrastrar por aquel torbellino de sexo, al rato estaba ya entregado a ellos sin pensar mucho en Juanca y lo que había hecho. Terminamos cansados, dormimos un rato abrazados los tres, felices.
Después Berto se fue a su casa, Miguel me llevó en el carro hasta casa de Juanca para que recogiera mis cosas.
- ¡Mira, nene, ahora recoges y nos vamos pa´mi casa y singamos tú yo solitos! - me dijo acariciándome el muslo.
- ¡Oye, macho, que ustedes dos me han dado mucha caña hoy! - le dije.
- ¡Je, je, je! Te gustó ¿no?
- Claro que me gustó, ¿acaso lo dudas? - le pregunté con coquetería.
- ¡Oye, mira que he singado yo maricones, pero tú lo gozas a tope! Mira, te voy a tener como una reina, eso sí, hay que singar a diario, dejarme sin leche porque si no entonces, salgo, y te pego los tarros. - me dijo de manera sincera.
Entre en la casa, recogí lo que tenía, cerré la puerta y tiré la llave por la rendija. Abajo le dije a Miguel que parara cerca de un teléfono y llamé a Juanca. Se lo dije, le dije lo que pensaba y lo que iba a hacer.
- ¡Oye, tú no sabes quiénes son esos dos! Recapacita, porque conmigo tendrás todo lo que te gusta pero no creas que son mejores que yo.
- ¡Tú me estabas vendiendo!
- ¡Bien, bien, eso podemos hablarlo! Pero cometes un error en irte con esos dos... ¡Mira, espérame y hablamos!
- ¡No, no... ya está hablado! - le dije colgando.
Nos fuimos los dos, no diría yo ...