Mi odiosa madrastra, capítulo 6
Fecha: 21/09/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... llevaba debajo del vestido.
Era una pose muy sensual, y esa prenda en particular, resultaba muy erótica. Si bien ella ya tenía incontables fotos entangada, era lo suficientemente astuta como para saber que este pequeño video, en donde se veía apenas una parte de la tela de su ropa interior, sería mucho más popular que otros en donde ya aparecía directamente en tanga.
Pero ella me había dejado en claro que no se conformaría con eso, y yo, sediento de orgullo quizás, había aceptado ser parte de su juego.
Miré la pantalla del celular. Todavía no se había cumplido un minuto desde que empecé a grabarla. Tragué saliva. Era increíble lo lento que transcurría el tiempo en determinadas situaciones.
No tenía sentido seguir esperando. Extendí mi brazo, el cual, en ese preciso momento, apareció en escena. De hecho, su enorme culo y mi brazo eran ahora lo único que aparecía en la pantalla.
Agarré el vestido desde su parte inferior, y muy despacito, lo fui levantando, sintiendo, a su vez, la suave piel, siendo rozada por mis dedos. Ahora sí, el absurdamente perfecto culo de mi madrastra, apareció al completo para toda la comunidad pajeril que la admiraba. Ella, fiel a su papel, seguía con lo suyo, como si no reparase en que alguien le había levantado el vestido hasta dejarlo a la altura de su cintura.
Entonces apoyé mi mano en uno de los imponentes cachetes. Y lo estrujé.
Ya tenía experiencia manoseando el culo de Nadia, pero esto era diferente. La primera vez, en ...
... el balcón, mientras le ponía protector, había pasado mis manos con mucha suavidad por todo su portentoso trasero, ejerciendo la presión justa y necesaria para poder aplicarle la crema. Me había internado en las partes más profundas de él, era cierto, pero la sensación de mi tacto estaba limitada por la intensidad con que la tocaba. Por otra parte, hacía unos minutos, en el ascensor, sí la había apretado un poco. Pero eso sólo fue por un instante, y además, era algo que hacíamos para que Juan reventara de celos. En esa ocasión había presionado, sí, pero sólo lo justo como para que, desde el monitor, él viera cómo los dedos se hundían, dejando pequeñas arrugas en el vestido.
Pero lo de ahora ya era obsceno. Mi mano estaba con los dedos extendidos, para abarcar la mayor cantidad de carne posible, y se cerraban en el glúteo de mi madrastra, apretándolo con violencia, hasta el punto en el que sentía cómo esa firme y redonda nalga se hundía en las partes en las que mis dedos hacían presión.
Después de unos segundos, la solté. Durante unos instantes el glúteo templó, para enseguida tomar su forma original. Aunque de todas formas, las marcas de mis dedos quedaron marcadas en su piel, casi como si le hubiese dado una nalgada.
Esto último me dio una idea. Nadia merecía una pequeña venganza de mi parte. Siempre terminaba logrando que hiciera lo que ella quisiera. Pero por esta vez, daría una pequeña vuelta de tuerca a las indicaciones que me había dado.
Entonces, sin previo ...