Hermanos en la ciudad
Fecha: 26/09/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: luisfa60, Fuente: CuentoRelatos
... entregando.
Con mi lengua comencé a vencer su tesoro, moviéndola a su alrededor e introduciendo la punta de ella, la movía dentro de su vagina, frotando por momentos el clítoris con movimientos circulares lo que hacía que se humedeciera más dejando salir esos jugos de sabor entre agrio y dulce que me encanto degustar, trate de no dejar pasar ni desperdiciar una sola gota de ese icor de dioses.
Mientras, mis ojos se deleitaban con sus contorsiones de placer.
Sin lugar a equivocarme, me parece haberle arrancado por lo menos tres orgasmos los que agradeció con gemidos y gritos que particularmente no había percibido nunca.
Sin perder la continuidad, comencé a jugar en su vagina con mi mano y mis dedos, nuevas sensaciones le recorrieron el cuerpo cuando mis dedos, que se iban humedeciendo uno a uno, iban ingresando hasta llenarla de ellos.
La habitación se inundó de suspiros y gemidos que escapaban de su boca los que me indicaban el ritmo a seguir.
Ya me había recuperado del primer orgasmo y estaba preparado para el segundo round, me posicione sobre ella frotando la punta sobre su clítoris y labios vaginales, no hizo falta ejercer presión sobre su vagina, cuando paso por la entrada comenzó a deslizarse sola a su interior y al sentir esa calidez vaginal con un movimiento rápido y enérgico pero sin ser agresivo, todo el miembro se ocultó en su interior, ambos gemimos del placer.
Con movimientos ...
... de cadera inicie el consabido mete y saca, por momentos lentos y suaves, por momentos rápidos y contundentes que ella los recibía gustosa, marcando el ritmo con su propia pelvis, elevándola o simplemente con unos desplazamientos laterales o circulares, digamos, manejo los tiempos a su ritmo.
Nunca pensé que con mi princesa estaba teniendo el mejor sexo que nunca me habían dado.
Ya estaba sintiendo ese cosquilleo que precede a la descarga, cuando escucho que me dice.
-Mi príncipe, me voy, estoy por terminar para vos, me estas elevando y llevando al éxtasis total.
Su grito y sus gemidos de placer hicieron que yo también llegue al orgasmo, expulsando todo mi semen tibio en el interior de esa vagina que deseaba ser llenada.
Nos quedamos quietos, aun con mi pene dentro, sentía las contracciones que me indicaban su orgasmo casi interminable, cada contracción iba acompañada de un movimiento corporal y un suspiro o gemido, cuando finalizaron, se abrazó fuerte a mí.
Luego de un rato de acariciarnos y besarnos mucho, fuimos hasta la ducha para bañarnos, nos enjabonamos mutuamente, cosa que nos gustó mucho, como pude por la limitación del tobillo lesionado, lo hicimos otra vez bajo la cálida caída de agua.
A partir de ese día, sobro una habitación en el departamento, compramos una cama grande y comenzó una nueva vida para nosotros, ahora, éramos marido y mujer.
Mi princesa, paso a ser mi Reina.