El bosque de limoneros
Fecha: 04/10/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: Lima, Fuente: CuentoRelatos
... Los míos son grandes o al menos proporcionados con el tamaño de mis tetas, de hecho, cuando Pablo nació tuve muchos problemas para darle de mamar. Hace unos años me envicié en unos pequeños dedales de costurera que coleccionaba, son de cerámica y justo excitándome un poco los pezones y poniéndoles un poco de vaselina entraban tan justos en ellos que no se me caían. Se me derretía el chochito de gusto metiendo y sacando los pezones de ellos como si follasen el agujero del dedal. Con el roce y la vaselina se me ponían como gominolas.
El caso es que el “bikini de furcia” no cubría ni el veinte por cierto de mis melones, y, además, aunque el agua me llegaba al ombligo como no llevaba la parte de abajo, se intuía un poco o un mucho mi rajita color miel.
Hacía tanto calor otra vez y el agua estaba tan fresquita que me relaje e intente pensar en algo que no fuese sexo. Ya me había hecho una paja por la mañana, pero con solo salir al jardín y poner mis pies descalzos sobre el césped mi respiración se aceleraba, encima estaba aquella esquina del jardín a donde continuaba yendo a mear por el día…
Estuve un buen rato en el agua y salí de ella con otra loca idea que nunca habría llevado a cabo unos días antes, pero para la que me creía con todo el derecho en ese momento. Se me ocurrió ver el historial del navegador de mi hijo. Salvo que navegue en páginas privadas, cosa que dudo, no ve porno. Si encontré en cambio decenas de búsquedas relacionadas con el incesto entre madre e ...
... hijo. Preocupante,
Me tumbé en su cama medio mareada al temerme que toda esa hiperactividad masturbatoria se debía a mí, empecé a atar cabos, a recordar detalles, algún tanga que me había desaparecido, el cesto de la ropa sucia en el que yo por pura costumbre metía siempre hacia abajo mi ropa interior pero luego aparecía por encima, que Pablo casi se alegrase cuando me separé de su padre y, sobre todo, que salvo para jugar al futbol e ir al colegio no había manera de sacarlo de casa.
Desde que la dichosa alusión al verbo taladrar de Bea en mis fantasías hizo que conociese el lado oculto de mi hijo, cada nuevo descubrimiento seguía en mi el mismo proceso. Pánico y horror inicial, pero…, tras un rato, comenzaba a relativizarlo todo, a fantasear, a dejar que mi cerebro se regodease en la perspectiva de pasar el invierno en mi amada casa, en compañía de mi mejor y más especial admirador. ¿Cómo me vestiría?, ¿Cómo cruzaría mis piernas en el sofá cuando estuviésemos juntos? ¿Cómo sería pasar unos días con Bea y con él, los tres solos todo el día?
¡Maldita sea, si además a mis los hombres ya… ni me interesan!
Está claro que en mis querencias Pablo no es ni hombre ni mujer, es el único ejemplar de su especie en el mundo.
Ni siquiera cené, me fui de su habitación a la mía. ¡Como si con eso se arreglase algo! La imagen de su polla eyaculando el día que lo sorprendí accidentalmente se vino conmigo. Sin tocarme, estuve horas fantaseando con que le regalaba la mejor cámara ...