El bosque de limoneros
Fecha: 04/10/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: Lima, Fuente: CuentoRelatos
... envié el video y mientras él lo veía yo le eché un vistazo. Las falsas perlas recorrían mi tesoro abierto patinando, deslizándose desde mi ojete hasta doblar mi clítoris hacia un lado para que se empalmase de nuevo y mirase al frente hasta pasar la siguiente perla. En primer plano yo misma me ponía cachonda, mi clítoris parecía realmente una pequeña polla, con su glande y todo.
-La cara por favor.Please
¡Ostras! No podría haberme pedido nada más difícil. Hubiese sido más fácil que me hubiese pedido cualquier barbaridad antes que eso y encima…
-Sin gafas porfa.
¡La madre que lo pario!
-Chupa algo para mí.
-Y córrete. Please.
No sé mucho de física, pero Einstein demostró que vivimos en algo llamado espacio-tiempo, inseparables el uno del otro. En ese momento y allí en mi habitación mi hijo me hizo sentir la mujer más especial del mundo con algo que días atrás me hubiese espantado. Sobre mi mesita de noche hay siempre un pequeño frutero con algunos limones que son el mejor ambientador posible para mi hogar. Escogí el que tenía aspecto más fálico y penetro suavemente en mi boca. Me lo saqué y lo volví a meter, lamí su punta como si fuese el glande de Pablo, lo enredé y desenrede en mi lengua, me atreví varias veces a mirar directamente al amenazador visor de la cámara, me gustó ver como brillaba el limón con mi saliva, lo limpié con un kleenex, lo hice desaparecer de plano y volver a aparecer blanquecino, rebozado en los jugos de mi coño, toqué en primer ...
... plano alguno de los grumillos que se le veían con mi dedo y lo separé para que se viese el hilillo que se formaba, parecía queso fundente al trocear una pizza. Luego mi hijo vio como lo lamía todo, como un polo de limón, no necesitaba hacer ningún paripé como las actrices porno, estaba tan caliente que mi cara de deseo y placer me salía de modo natural.
Tras volar mi felación hacia el móvil de Pablo me tumbé en cama esperando lo que sabía por llegar. Dejé mi chocho reposar, oxigené mi cuerpo inspirando profundamente, mis pechos subían y bajaban sujetados por mis brazos a los lados para que descansaran sobre mi.
El video llegó finalmente. Pablo hizo algo para que se reprodujese en bucle. Veinte gloriosos segundos, la polla de mi hijo, dura, inmóvil en el centro de la pantalla, y su mano, pixelada, moviéndose a la velocidad del sonido, arriba y abajo, como un embolo, hasta sacar cinco chorros de leche, desapareciendo los cuatro primeros por la parte superior de la pantalla, perdiéndose, desperdiciándose, porque si hubiese estado a mi lado hubiesen sido mi cena aquella noche. Me regodee en el quinto. Ya sin la mano de Pablo delante subió hacia el cielo, pero la gravedad lo devolvió a su origen para adornar su glande y que escurriese hacia el lado de su polla que yo podía ver.
Agarré mi consolador de vidrio y lo agarré como si fuese a picar hielo con él, lo clavé hasta el fondo de mi coño, no era su polla, pero era lo que tenía a mano. Mi tesoro recibió una zurra como no ...