Entregada al jefe de mi marido
Fecha: 29/10/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... de mi marido, es algo que me sobrepasa. Me excita saber que está a punto de perder el control, imaginarme su polla erecta, sentir su mirada encendida, escuchar sus comentarios obscenos sobre mí. Por eso no dije nada cuando lo escuché decir a nuestras espaldas:
—¿Tiene buen culo mi mujer? ¿Eh? —, preguntó lleno de intención, como provocando a su jefe, para que lo palpara.
Don Ramón me miró a mi primero, sin atreverse a dar el paso. Yo no hice ningún comentario al respecto, ni tampoco ningún tipo de movimiento, que diera a entender que me molestaba, cuando sentí como la mano del hombre, bajaba hasta llegar y agarrar uno de mis glúteos.
—Exquisito —, declaró a la vez que lo sujetaba con fuerza—. Duro como una piedra, —añadió.
—Vosotros sí que la tendréis ya dura como una piedra. Menudo par de salidos que estáis hechos, —comenté bromeando.
Por fin llegamos al coche, iba a ceder amablemente mi sitio como había hecho un rato antes, pero Don Ramón se negó en rotundo.
—Monta delante con tu marido —, me indicó con esa voz firme y autoritaria, como la que solo saben poner, los que llevan años acostumbrados a mandar y ser obedecidos.
Nada más arrancar y salir de allí, no tarde en sentir la mano de mi esposo sobre mis piernas.
Reconozco que la situación me produjo mucho morbo, por lo tanto, me dejé manosear por mi esposo, mientras su jefe no quitaba ojo desde atrás, colocado en medio de los dos asientos delanteros.
Sabía que todo esto lo tenían hablado y ...
... preparado, sin embargo, me daba igual. Me encanta ser el centro de atención, y tener a los dos hombres tan pendientes de mí, me excitaba.
—¿Has visto que muslos tiene Olivia? —Preguntó Enrique al viejo, elevando unos centímetros mi corta falda.
Don Ramón echó su cuerpo aún más descaradamente hacia delante, asomando su cabeza en medio de los dos. Yo no dije nada, cerré los ojos y me dejaba tocar.
—Preciosos—, afirmó el hombre.
—Fue lo primero que me enamoró de ella, —comenzó manifestando Enrique—. Recuerdo que entré con unos amigos a tomar algo a un pub. Entonces noté como uno de mis colegas me dio con el codo. ¿Has visto que buena está esa tía? Me preguntó. Entonces miré hacia la pista de baile, y en el acto supe a quién se refería. La había conocido por casualidad ese día en el gimnasio. Incluso habíamos ido a tomar esa tarde una cerveza juntos. Pero esa noche Olivia estaba con su amiga Sandra contoneándose tal, y como la has visto esta noche.
—Supongo que con un buen número de hombres observándola como moscas a su alrededor, —interrumpió Don Ramón.
—Eso es, andaba zorreando. Tengo que decir que su amiga Sandra también está bastante buena. Sin embargo, yo solo ya tenía ojo para Olivia. Entonces me acerqué y la invité a tomar algo. No sé si porque la había conocido esa misma tarde en el gimnasio, y habíamos estado hablando, pero el caso es que entre toda la maraña de moscones que intentaban follársela, me hizo precisamente caso a mí, y me acompañó hasta la barra. ...