Infiel por mi culpa. Puta por obligación (22)
Fecha: 29/10/2024,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... también le insinué que nos dejara a solas, pero él con su sonrisa maliciosa, la expresión macabra y asquerosa en su rostro, me dijo que era por el bienestar de los tres. Por mi seguridad, primero que todo y por el trato ya pactado con el profesor. Y por el disfrute suyo, al contemplar sin molestarnos, como cerrábamos el negocio, abriéndome de piernas para un desconocido.
—Se sentó en un cómodo sillón, en la esquina opuesta a la cama de aquella habitación y desde allí nos observó. El profesor sacó entonces de su bolsillo una cajita de chicles y me ofreció uno que no acepté. Lo vi retirarse hacia el baño, mascando la goma de manera grotesca, como rumian las vacas una porción de césped o de paja. ¡Horrible! Y mientras tanto, me liberé la tela del vestido un poco, desabotonándolo yo misma, mientras regresaba el cliente. No era por ganas de sexo, sino con la intención de que aquel trato se finiquitara lo antes posible. Por lo tanto a su regreso los dejé allí solos y me levanté en búsqueda del baño. Me sentí terrible al pensar que por obligación me convertiría en una esposa infiel, pero me retiré el vestido, dejándome puesta la sugestiva lencería.
—Me acerqué a donde estaba Eduardo y de sus manos tomé los folios del contrato. Y luego caminé hacia la cama, en dirección a esos ojos de color café que deseaban desnudarme por completo. Estiré mi mano entregándole los papeles y le dije…
—Este es el momento para que decida si firma porque le gusta lo que ve, o los rompa para ...
... poderme vestir e irme a mi casa. Tomó su estilógrafo dorado y firmó después de repasar mi figura, de abajo para arriba. —Y cierro mis ojos, ya no puedo sostener la mirada triste y vacía de mi esposo.
—Vine hasta aquí por usted, mamasota. Y espero que lo que suceda aquí, le guste y lo podamos repetir más adelante.
—Jajaja, por supuesto. ¡Cuando me compre una casa más grande, pues este cuerpecito cuesta bastante! –Le respondí entre juguetona y altiva.
—Y con seriedad ante mi respuesta, lanzó los documentos sobre el pequeño escritorio a mi derecha, para luego con sus anchas manos, apoderarse de mi cintura acercándome a él para besarme. Podía notar su desesperación por poner sus manos sobre mí cuerpo y no era para nada fascinante. Era temor lo que sentía. Sin embargo no le prohibí hacerlo, no le puse un alto a esas grandes y velludas manos. Él ya había firmado y por lo tanto a mí no me quedaba de otra que cumplir el trato.
—Entonces… ¿Lo besaste? Acaso no que aquellas que se acuestan por dinero… ¿No se dejan besar en la boca? —Le digo a Mariana, logrando que abra los ojos y me responda avergonzada.
—Lo hice, en principio sin despegar mis labios, mientras sus dedos estiraban con desespero el cordón negro que no le permitía adivinar las reales formas de mis puchecas. Rudamente intentó sacarme para fuera la derecha, logrando besármela a medias. Me incomodé y miré a Eduardo, buscando conmoverlo con mi mirada suplicante. No hizo nada más que bajarse la cremallera de su ...