1. Infiel por mi culpa. Puta por obligación (22)


    Fecha: 29/10/2024, Categorías: Grandes Relatos, Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... pantalón con una mano y con la otra del bolsillo de su chaqueta, sacó algo que no vi bien.
    
    —Su pe… La erección era más que evidente bajo el pantalón y en su cara, –totalmente sonrojada, sudorosa la frente– yo percibía su respiración bastante agitada, mezcla de vergüenza por estar ya así, con tan solo la visión semi desnuda de su asesora comercial. Y yo… Qué te puedo decir. Recuerdo como latía rápidamente mi corazón, tan expuesta ante esos dos hombres, sintiéndome humillada por ponerme como cebo para atraparlo y asqueada al recibir sus primeras caricias sobre mis senos y algunos cuantos besos en la parte alta de mi cuello.
    
    —En mi mente tu imagen inocente, –sorprendido e infeliz– no se apartaba cada vez que los cerraba, y por eso tuve que mantenerlos bien abiertos, –necesitaba apartarte y que imaginariamente no me vieras en esas– para concentrarme en recibir de su boca un escueto beso algo tímido con su boca entreabierta.
    
    Mariana nerviosa, se pone de pie y da algunos pasos, cruzada de brazos. No se aleja mucho de mí, al menos su cuerpo, pues lo que es su mirada y obviamente esos recuerdos, están lejos de aquí, muy atrás en el tiempo.
    
    —Supuse que así como me sucedía, no debía ser tan fácil para él, aceptar tener sexo delante de otro tipo que se pajeaba en un rincón, a pesar de sus desmedidas ganas. Pero era el convenio, lo estipulado por Eduardo para finiquitar esa compra-venta. El profesor ya jadeaba lamiendo mi pezón, estrujando entre las falanges de sus dedos, ...
    ... el otro. Cansado o apurado, me tiró a la cama y entre mis piernas terminó aterrizando su cabeza y por entre la abertura de la tanga, hundió su boca y la lengua. Pensé en ti y una gotita cristalina comenzó a surgir del lagrimal. No quería sentir nada y de hecho por lo asustada, reseca continuaba la entrada de mi vagina. Se levantó de rodillas sobre la alfombra y su camisa amarilla, con tres botones liberados, la sacó por encima de su cabeza.
    
    —No estaba gordo, pero si lucía una panza típica de aquéllos que beben demasiada cerveza. Exageradamente velludo el pecho, los antebrazos y la espalda. Y se tiró sobre mí. ¡Es muy pesado! Fue lo primero que pensé al sentir su cuerpo sobre el mío, mientras su lengua me empapaba de saliva el cuello. Solo pedía a Dios que fuera rápido, que acabara lo antes posible y que aquel sexo obligado, solo tuviera una duración de pocos minutos.
    
    —Y colaboré con mi alquilada entrega, liberando del ojal, la aguja del cinturón y estiré lo que más pude su pantalón. Poco a poco bajó sus pantalones dejándolos a un lado, se levantó de nuevo y nervioso todavía al mirar a Eduardo, se terminó por desnudar, quedándose únicamente con las medias azules puestas y volvió a la carga, recostándose sobre mí, recorriendo con sus manos la parte interna de mis muslos, acariciándomelos.
    
    —Levantó una de ellas para poder besarla y morderme con delicadeza la pantorrilla y el talón, –aparentemente eran su foco de atracción– los gemidos que solté le excitaron, más eran ...
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