1. Mi odiosa madrastra - Capítulo 2


    Fecha: 07/11/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... para luego inclinarme.
    
    — Esperá —me detuvo ella—. Desabrochame el corpiño.
    
    — Pero ya tengo una mano llena de crema —dije.
    
    La verdad era que ella podía desabrocharse el brasier por su cuenta. Era evidente que sólo lo hacía para molestarme.
    
    — ¿Y no podés hacerlo con una sola mano? Veo que te falta experiencia con las mujeres —dijo, cizañera.
    
    — Guardate tus comentarios —le contesté.
    
    Agarré el broche de la prenda, e intenté separar sus dos partes, pero fallé en mi primer intento. Maldije para mis adentros. Estaba quedando como un tonto frente a mi detestable madrastra. Hice un segundo intento. Sentía mis dedos resbaladizos. Si lo soltaba de nuevo sería el colmo. Tardé varios segundos, hasta que por fin pude desabrocharlo. Los elásticos salieron disparados, en direcciones opuestas, dejando la espalda de Nadia totalmente desnuda. Se notaba un color más pálido en la piel, ahí donde había estado cubierta por las tiras del corpiño.
    
    Tenía un físico privilegiado, sin ninguna dudas. Y no era sólo debido a lo disciplinada que era con los ejercicios, sino que la genética parecía estar de su lado. La combinación de ambas cosas daba como resultado el atlético y proporcionado cuerpo que tenía ahora frente a mí. En la parte superior de su espalda tenía un tatuaje con letras cursiva que no me molesté en leer, y en el brazo izquierdo había un dibujo de una flor, que me pareció de mala calidad y de pésimo gusto.
    
    Unté la espalda con el protector, y empecé a desparramarlo, ...
    ... con la palma de mi mano, en toda su piel. Su espalda era angosta, pero se notaba que Nadia no ejercitaba sólo las piernas y los glúteos. Era una espalda que muchos hombres envidiarían. Me di cuenta de que había usado muy poco protector, por lo que me puse un poco más en la mano, y volví a pasarlo por su cuerpo.
    
    — Veo que no sos tan malo con las manos como había pensado —dijo Nadia—. Serías un buen masajista.
    
    No le hice el menor caso. Sus provocaciones no le valdrían de nada. Por primera vez se encontraría con un hombre al que no le movía un pelo, incluso si se acostaba casi desnuda frente a sus ojos. Eso resultaría un fuerte golpe para una chica tan egocéntrica y vanidosa como ella.
    
    De a poco, iba cubriendo toda su espalda con el protector. Cuando bajé hasta la cintura, mi mano, involuntariamente, corrió unos milímetros la tira de la tanga. Me pareció oír que ella largaba una risita, pero no pronunció palabra alguna, y yo hice de cuenta que no pasaba nada.
    
    — ¿Cuál es tu comida preferida? —preguntó Nadia.
    
    — Albóndigas con puré —respondí.
    
    — Dale, seguí con las piernas que a la noche hago unas albóndigas riquísimas. Le voy a pedir al carnicero que me pique la mejor carne. Nada de picada común.
    
    No le contesté, pero en cambio sí continué con mi tarea. Al final, yo salía ganando con ese trato. Quizás ella se sentía la más viva del mundo, pero se estaba comportando como una tonta. No entendía qué era lo que quería probar con todo eso. No pensaba propasarme con ...
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