Mi odiosa madrastra - Capítulo 2
Fecha: 07/11/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... ella. No le daría el gusto de poder afirmar que era capaz incluso de seducir a alguien que la detestaba.
Me puse más protector en la mano, y retrocedí un poco, para luego inclinarme y tener sus piernas a mi alcance. Si los chicos me vieran, no lo podrían creer. Empecé por las pantorrillas, y fui subiendo, poco a poco, hasta llegar a los muslos.
La verdad es que me sorprendió lo firmes y tersos que se sentían. Érica tenía un cuerpo muy bello, pero a sus diecinueve años, se notaba cierta flaccidez en sus partes, cosa que con Nadia pasaba todo lo contrario. Todo era tersura y firmeza. Esas gambas seguramente soportaban mucho peso.
No había estado con muchas mujeres en mi vida. Y no es que me avergonzara de ello, más bien al contrario. Pero nunca había tocado ese tipo de cuerpo. Como diría mi amiga Sabrina, una recalcitrante feminista, era un cuerpo hegemónico, el tipo de cuerpo que en la televisión y las redes sociales muestran como un ejemplo a seguir, un estereotipo de belleza ideal, pero que en muchos casos es prácticamente imposible de imitar. Sospechaba que las tetas de Nadia eran operadas, pero por lo demás, parecía fruto de su herencia genética y de su propio esfuerzo.
El sol estaba fuerte, y ya empezaba a molestarme, por lo que apuré mi tarea.
— Bueno, de lo demás podés encargarte vos —le dije, dejando el pote a su alcance, para luego ponerme de pie.
— Con la parte de adelante sí —dijo ella—, pero con lo de atrás tenés que encargarte vos. No digo que ...
... no pueda hacerlo, pero me resultaría muy incómodo.
— ¿Querés que te pase el protector por el culo? —pregunté, tratando de ocultar mi sorpresa—. No entiendo qué pretendés con todo esto. No vas a lograr que te quiera coger. ¿Cuál es tu plan? ¿Acusarme después por abuso? —dije.
Eso último se me acababa de ocurrir, pero no dejaba de tener su lógica. Últimamente la cosa estaba difícil para los hombres. Hacía poco había visto en un noticiero que muchos terminaban presos sólo por la palabra de la denunciante. Algo así como: sos culpable hasta que demuestres lo contrario. Una verdadera locura. Tener a alguien como Nadia, viviendo a solas conmigo, podía ser una bomba de tiempo.
— No seas boludo —dijo ella—. Ya te dije que confío en vos. Además, si quisieras propasarte, ya lo habrías hecho hace rato. Creéme, los hombres no aguantan ni la mitad del tiempo que vos estuviste poniéndome el bronceador, sin hacer alguna estupidez. Tenerte conmigo es como haberme sacado la lotería.
Parecía sincera, aunque por mi propio bien, conservé mi escepticismo. Era cierto que, para mujeres como ella, era muy difícil tratar con hombres, pues no existía macho heterosexual que no quisiera llevárselas a la cama. En cierto punto, sus vidas eran una mierda, ya que parecían valer solo para el sexo, como si fueran una cosa. Pero tratándose de Nadia, no podía sentir pena por ella. Ni dejaba de dudar de sus intenciones.
Miré su trasero, que estaba levantado, recibiendo los rayos del sol. La pequeña ...