Mi odiosa madrastra - Capítulo 2
Fecha: 07/11/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... denunciarme por abuso o algo por el estilo, para echarme del departamento, está perdiendo el tiempo —aseguré.
— Me parece que te estás haciendo mucho la película —opinó Edu—. Quizás solo está aburrida. O a lo mejor está siendo sincera, y no lo hizo con ninguna doble intención. A estas alturas debe saber que sos la personificación de la rectitud y la integridad, y seguro que le generás mucha confianza. Si no te la querés coger, al menos aprovechá el paisaje. ¿Sabés cuántos pibes morirían por ver de cerca todos los días a una mujer como esa en tanga? Qué locura. Y ahora que lo pienso, podrías mandarnos alguna foto, ¿no?
— No jodas —fue mi única respuesta.
— De todas formas, es mejor que andes con cuidado —recomendó Joaco.
De repente la puerta de mi habitación se abrió.
— Leonardo, ya está la cena —dijo Nadia.
— ¿Acaso no te enseñaron a golpear? —pregunté, indignado.
— ¡Hola Nadia! —saludó Edu, y después, dirigiéndose a mí, agregó—. Cabrón, enfocala.
Les di el gusto. Nadia apareció detrás de mí. Los saludó simpáticamente con las manos.
— ¡Mucha ropa! —se quejó Toni, pues ella vestía un pantalón y una remera. Seguramente tenían la fantasía de que apareciera en mi cuarto semidesnuda, lo que no sería algo descabellado, tratándose de ella.
— Bajá antes de que se enfríe —dijo Nadia, y salió de mi habitación.
— Eso es Leoncio —acotó Edu—. Andá a comer la rica cena casera que te hizo tu perversa madrastra, que anda por el departamento en tanga y se ...
... deja pasar la crema protectora por vos. La verdad es que te compadecemos.
— Váyanse a la mierda —les dije, y finalicé la videoconferencia.
Me puse las zapatillas, y salí de mi habitación. Me di un susto cuando vi que Nadia aún estaba ahí. Lo primero que pensé fue que había estado escuchando detrás de la puerta. Pero no le dije nada al respecto.
— Vamos. Seguro que te va a gustar —dijo ella.
Mientras caminábamos por el pasillo que daba a la sala de estar, noté que Nadia cambiaba el ritmo de sus pasos. Primero parecían ir veloces, para luego lentificarse de manera extraña. la segunda vez que lo hizo, me tomó desprevenido, haciendo que chocara con ella.
Me detuve justo a tiempo, pero mi pierna izquierda rozó su nalga. Me quedé viendo ese culo por el que mis amigos perdían la cabeza. No eran pocos los que no dudarían en hacer una locura para poder palparlo, tal como yo lo había hecho esa tarde. Ahora que la tenía de cerca veía cómo la costura del pantalón parecía estar violándola, pues se encontraba muy en lo profundo.
Ya atravesando el living se sentía el delicioso aroma de la salsa. Me senté en la mesa. Nadia puso música clásica. Por lo visto sabía que me gustaba mucho Bach. Había imaginado que la velada sería incómoda, pues asumí que ella querría hablar de alguna cosa, ya sea para sacarme información o para congraciarse conmigo. Pero apenas pronunció palabra. De hecho, en más de una oportunidad fui yo mismo el que estuvo a punto de romper el silencio, pues a ...