1. Mis odiosas hijastras (5)


    Fecha: 28/11/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... estuviera esperando.
    
    —¿Estás bien? —le pregunté.
    
    —Sí —respondió ella, lacónica.
    
    La agarré de la cintura, por detrás, y me arrimé a ella. El espejo nos devolvía una imagen oscura y borrosa. No obstante, se veía mi rostro curtido detrás de su cara de rasgos perfectos. Le olí el cabello, y luego se lo corrí a un costado, para dejar el lado derecho de su cuello de cisne desnudo.
    
    Ella no dijo nada, cosa que tomé como un permiso para que aprovechara ese momento. Le di un beso en el cuello. Solo usando los labios. Estaba haciendo lo posible por controlarme, pues si me excedía, no iba a poder evitar querer penetrarla ahí mismo, y lo cierto era que ni el momento ni el lugar eran oportunos. Sus hermanas estaban a apenas unos metros, y si hacíamos mucho ruido llamaríamos su atención. Además, si nos ausentábamos más de la cuenta, también quedaríamos expuestos.
    
    —No veo la hora de estar a solas con vos —dije.
    
    Subí lentamente las manos. Apoyé mi verga dura en su trasero. Mis manos se cerraron en sus tetas. Eran blandas y estaban erguidas. Se sentían muy bien, pero seguramente se sentirían mejor cuando las tocara desnudas. Empujé, clavándole con fuerza mi miembro, casi como si quisiera atravesar mi pantalón y el suyo, y cogérmela ahí mismo. Luego la agarré del mentón. La hice erguirse y girar el rostro. Le di un beso en los carnosos labios. Pero apenas pude saborearlos por unos instantes, pues ella lo esquivó.
    
    Me pregunté si lo que la había molestado era el hecho de que ...
    ... mi boca tuviera el sabor a la salsa que había preparado. Viniendo de ella no me molestaba, ni me extrañaba. Además, aunque me negara el beso, mis manos se frotaban con vehemencia en sus tetas, y mi verga no se despegaba de su trasero, sin que ella pusiera ningún reparo en ello. Así que no insistí con el beso. Ya tendríamos tiempo más tarde para lamernos hasta las sombras.
    
    —A la noche voy a visitarte a tu cuarto —afirmé yo.
    
    No me iba a molestar en preguntárselo, pues era obvio que después de todo lo que había sucedido, teníamos que terminar cogiendo. Tampoco me arriesgué a decirle que la esperaba en mi habitación, porque me expondría a que no se animara a tener esa iniciativa. Yo aparecería a la hora más oscura de la madrugada, cuando sus hermanitas estuvieran durmiendo plácidamente, y punto.
    
    —No. No lo sé —dijo ella.
    
    —Qué —susurré en su oído, sin dejar de magrear sus senos.
    
    —¿Y mamá? —preguntó—. ¿Tan fácil te olvidás de ella?
    
    La pregunta me tomó por sorpresa. ¿Por qué carajos me salía con eso? La sola mención de Mariel me bajó la calentura considerablemente. Además, si me lo ponía a analizar, lo que ella hacía era mucho más criticable que lo mío. Después de todo, las parejas eran reemplazables, pero las hijas no. La deslealtad de ella sería imperdonable a los ojos de su madre.
    
    Sin embargo, no le diría nada de eso en ese momento, cuando por fin la tenía arrinconada, y podía disfrutar de cada rincón de su cuerpo.
    
    —¿Tu mamá? —dije yo—. Tu mamá me mete los ...
«12...891011»