Mis odiosas hijastras (5)
Fecha: 28/11/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... vista, y las otras dos, dándome la espalda, alrededor de la cocina. Me acerqué, colocándome detrás de Agos.
—Revolvé un poco más —le dije a Sami, mientas apoyaba la mano en la cintura de Agos—. Que no quede ningún pedazo de cebolla pegado en el fondo.
La pequeña rubiecita estaba concentrada en lo que para ella resultaba una ardua y compleja tarea. Yo me arrimé más a Agos. Mi verga dura se frotó una vez más con su pulposo culo. Mi instrumento y sus nalgas estaban destinados a estar juntos.
—Tirá un poquito más de agua — le dije a Agos. Deslicé la mano que tenía en la cintura, por la cadera, para luego alcanzar su glúteo—. Así está bien —dije después.
Sentí el olor de su cuello, y cerré mis dedos en su trasero. Luego hice movimientos circulares en él. Ella permaneció inmóvil, con el vaso aun en su mano.
—Ya estaría ¿No? —preguntó Sami, que parecía cansada, o quizás aburrida, de hacer movimientos circulares en la olla.
Al hacerlo, me miró. Pero lo único que podía estar viendo era a mí, que me había acercado por detrás de Agos, quizás más cerca de lo necesario, era cierto, pero nada más. No podía percatarse de que al final de ese brazo que estaba tapado por el cuerpo de su hermana, yo no dejaba de frotar la mano en el enloquecedor orto de Agos.
Y como si eso fuera poco, ella no se salió de esa posición tan comprometedora, sino que, estando a apenas unos centímetros de Sami, dejó que le metiera mano a mi gusto. Mi verga ya no daba más de tantos estímulos. ...
... Necesitaba que el día terminara inmediatamente para poder expulsar el semen.
A pesar de que sabía que no era buena idea extender ese delicioso momento por más tiempo que ese, mis dedos parecían haber cobrado voluntad propia, y no había manera de sacarlos de encima de mi hijastra. Además, ahora se habían aventurado en una tarea más obscena: el dedo pulgar empezaba a frotarse por la raya del culo. Sentía con la punta de este, la costura que marcaba la profundidad de ese precioso ojete, mientras que con los otros dedos continuaba disfrutando del carnoso glúteo.
Fue Agos finalmente la que se apartó, con cierta brusquedad. Por un instante volví a temer. Pero luego me di cuenta de que Valentina había vuelto a la cocina, y que entonces a eso se debió su actitud. Estando totalmente enloquecido por el trasero de la princesita de la casa, ni siquiera me había percatado de que ya había pasado suficiente tiempo como para que la hermana del medio apareciera de nuevo.
—Bueno, voy llevando los cubiertos —dijo después Agos, haciéndose la tonta.
La indiferencia que ahora demostraba hacia mí sólo dejaba en evidencia lo joven e inexperimentada que era. Resultaba evidente que quería fingir que nada había sucedido, pero lo hacía de una manera torpe. Lo mejor hubiera sido que actuara con normalidad, y que no me esquivara todo el tiempo la mirada. Pero bueno, a esas alturas no me importaba nada ese detalle. Las dudas ya estaban disipadas. Esa noche me comería a la más bella y delicada de ...