Mis odiosas hijastras (5)
Fecha: 28/11/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... las velas a la cocina y de paso le damos una mano.
—Bue —escuché decir con desgana a Valentina.
Me entusiasmó mucho escuchar a Agos haciendo lo posible por estar cerca de mí. Supuse que la invitación a Valentina era para disimular. Quizás, al igual que yo, esperaba que la otra se negara. Pero seguramente Valentina se había dado cuenta de que si se quedaba sola en el living, cuando ni siquiera contaba con su celular, hubiera sido terriblemente aburrido. Ahora tendríamos a sus dos hermanas estorbando, pero de todas maneras me alegraba saber que la tendría bien cerquita.
—Valu, alcanzanos un paquete de fideos de la alacena. Como sabés, yo no llego —dijo Sami, mientras yo llenaba de agua una olla.
Valentina se puso de puntita de pie para alcanzar la puerta de la alacena y abrirla. Había dejado una vela sobre la mesada, lo que hacía que se ilumine su costado derecho. Ahora estaba convertida en apenas una silueta sumergida en la semipenumbra. Pero con ese débil haz de luz bastó para que sus formas curvas quedaran en evidencia, principalmente gracias a sus anchas y curvadas caderas y a sus ya conocidas inmensas tetas. Casi parecía una obra de arte en la que un pintor prodigioso había hecho un increíble trabajo con las luces y sombras, reflejando, de manera sutil, una sensualidad exquisita.
—¿Vas cortando las cebollas? —me dijo Agos, obligándome a desviar la mirada de su dolorosamente sexy hermana. Me entregó la tabla para picar, y un cuchillo. Sus ojos marrones ...
... parecían hincarme, como si ellos mismos fueran cuchillos. Me pregunté si no era demasiado pronto para escenas de celos, aunque por otra parte mi ego se elevó por las nubes.
—¿No era que ibas a ayudar? —se burló Sami, que encendía apresuradamente las hornallas. Estaba claro que, a pesar de su entusiasmo, no tenía idea de lo que era cocinar. Pero de todas formas el fuego servía para iluminar un poco más el espacio, así que no le dije nada.
—Sí, pero prefiero hacer otra cosa. Odio picar cebolla —respondió con sinceridad Agos—. Después el olor tarda mil años en irse de mis manos. Prefiero ayudar en otra cosa.
No pude evitar preguntarme si no le molestaría también sentir un dejo del olor a cebolla en mis manos, o incluso si le incomodaría que la toque con esas mismas manos que pronto estarían hediondas. Por mi parte no pensaba privarme de ciertas prácticas sexuales por cuestiones tan insignificantes como esa.
—No hay problema, yo me encargo —dije.
Cuando agarré el cuchillo, por su mango, aproveché para acariciar su mano —manos delicadas de uñas prolijamente pintadas—. Era un gesto claramente hecho a propósito, pero ella no pareció percatarse de ello. Valentina seguía estirada, escarbando en la alacena, buscando el paquete de tallarines. La oscuridad no se la hacía fácil, ni a mí tampoco, porque era realmente un espectáculo la vista de ese tremendo orto que ahora estaba bañado por la débil luz de la vela. La expresión culo
cometrapo
le cabía perfectamente, ya que la ...