Soy una zorra infiel
Fecha: 28/11/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... la pared tal y como le había sugerido y se dispuso a empezar conmigo.
—Abre la boca —ordenó.
Completamente sumisa, abrí la boca y le miré. Él se acercó más a mi, me puso una mano encima de la cabeza y me introdujo su dura polla mientras que yo la abría al máximo para recibirle bien, quería que tuviese libertad total de acción.
En seguida noté como su polla estaba de nuevo dentro de mi, como recorrió toda mi lengua y llegó hasta mi garganta. Él me observaba con curiosidad, como queriendo saber hasta donde podría usarme. Así que simplemente asentí, quería que tomara mi garganta todo lo que él quisiera. ¿No había dicho Alex que era una puta? Pues sería la puta complaciente de su amigo.
Cerré los ojos por completo, y perdí la noción del tiempo; me quede inerte y deje que me follara la boca como quisiera. Me dolía, sí, pero merecía la pena. En mi cabeza solamente me zumbaba la sensación tan fuerte que estaba teniendo, al tiempo que me sentía usada, en aquella posición no podía hacer nada más que sentir, focalizarme en lo que me estaba haciendo; en las arcadas involuntarias, en como topaba su carne contra la pared de mi faringe e intentaba ir más adentro. Aquello me sobrepaso y comencé a llorar, pero seguí allí.
No sé cuánto tiempo estuve en aquella especie de trance mientras me follaba la garganta, pero fue Enrique el que lo cortó, satisfecho, saco su polla de mi boca y me dio un pequeño bofetón.
—Menuda garganta tienes, zorra —me soltó—. Ahora, recuéstate sobre ...
... el sofá.
Mis lágrimas habían corrido el rimel y aún me dolía todo; sin embargo, obedecí su orden sin dudarlo. Deseaba sentir su verga en mi.
Poco tardó en acariciarme, sus manos me recorrieron de arriba abajo. Se detuvo para acariciarme los pechos y me pellizco levemente los pezones, dándome un pequeño calambre de dolor que sentí con placer… Cuando sus manos llegaron a mi culo, me subió la falda y apartó mi braguita, para encontrarse con mi coñito bien dispuesto y abierto para él.
En aquella posición, empezó a penetrarme con sus dedos. Estaba ya muy mojada, necesitaba su polla en mi. Metió primero dos y jugó en círculos con ellos, para después introducir otro más. Me acariciaba en la parte superior de la pared vaginal, dejándome una sensación extraña pero realmente excitante.
Yo me movía y suspiraba, le quería dentro de mi.
—Cualquiera diría que tienes novio —dijo Enrique—. Mírate, ahí, deseando que te folle.
Me estaba humillando, quería que supiese, que tuviese en mi mente que estaba siendo infiel justo en el momento que me penetrase. Pero lo cierto es que me había superado hace ya tiempo, esa inmensa polla… Estaba totalmente rendida a él.
—Por favor… —supliqué.
Y lo sentí, me penetro con su vigorosa carne. Estando apoyada sobre el sofá comencé a moverme en un vaivén, empujándome hacía él; le quería más dentro, deseaba sentirle más profundo, que me doblegase.
Eso hizo, la hundió hasta el fondo de mi ser, sin contemplaciones. Por un momento colapsé, ...