¡Hijo, me tienes harta!
Fecha: 11/12/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: LilithDuran, Fuente: CuentoRelatos
... sí misma, sobre todo en el camino de vuelta, después de que la agradable mujer la deleitaría con una pícara mirada.
A cada paso que daba miraba la bolsa, mientras el sol de verano la picaba en la piel como un enjambre de mosquitos sedientos. Ese pequeño trozo de plástico la pesaba y apenas quería que nadie la viera con ello en la mano, lo agarró con fuerza, como si dentro tuviera un millón de euros y trató de darse una última excusa.
—La gorra es mucho más bonita… —murmuró con una carcajada contenida en su garganta. Malas excusas que ocultaban la verdad, quería verse tan espléndida como la modelo de la foto.
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El día de la compra pasó por completo y también el posterior en el que María miró por más de diez veces su armario pensando en lo que hacer. Pero al día que siguió a esos dos… la mujer la se encontraba en el baño, con el atuendo en la mano y una pequeña intranquilidad que no le dejaba ponérselo. El plan del día anterior era el mismo que este, la única diferencia era que hoy, al menos, lo había podido sacar del armario.
Sin embargo, se levantó con unas ganas diferentes y con una intención muy profunda por poner firme a su hijo y, ¿quién mejor para hacerlo que una agente de la autoridad?
Javi todavía estaba dormido y Manu hacía unos cuantos minutos que se fue por la puerta directo al trabajo. El “NO” imperaba en su cabeza, pero con el recuerdo fijo de la actitud de su hijo después del “momento porra”, la valentía aumentó. Se comenzó a convencer a ella ...
... misma, lo hacía por su hijo, esto era bueno para él, pero ¿ella tenía algo que ver?
Para la mujer solo era un juego, un leve e inocente juego del cual no pensaba sacar nada más que buenas notas para el joven. Se comenzó a quitar el pijama, viendo que las clases de yoga parecían hacer un gran efecto en su cuerpo. La piel estaba tersa, flácida en algún que otro punto como los codos, no obstante, eso era imposible de evitar. Pese a eso, estaba casi como en la adolescencia, no pasaba el tiempo por ella, más que esos mínimos “colgajos” y alguna arruga que ya se marcaba alrededor de sus ojos.
Se metió el vestido por las piernas, subiéndolo con lentitud y sin dejar de mirarse en el espejo, la figura que se reflejaba la estaba encantando. Todo se pegó a las mil maravillas y después de meter ambos brazos, subió la cremallera para tapar su escote.
Viró su cuerpo noventa grados, quedándose de lado con respecto al espejo para completar la silueta que, de perfil, se vio perfecta. El disfraz era una segunda piel, sin ninguna arruga que lo estropease y… la tela era tan fina que al estirar su torso, pudo percibir sus costillas.
Como se imaginó por la foto del paquete, la falda sí que le tapaba la mitad de los muslos, con la del otro disfraz, hubiera ido enseñando sus bragas, mejor así. Iba más… recatada.
De pronto, en medio del silencio del baño, con la luz de encima del cristal del lavabo iluminando su figura, un pensamiento repentino la inundó. La frase era clara, junto con ...