1. ¡Que viva la diversión!


    Fecha: 22/12/2024, Categorías: Hetero Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... demoraba.
    
    Tardó varios minutos, así que, salí de la habitación para echar una mirada y asomado al balcón, me pareció verla a ella en el estacionamiento, charlando con Felipe, el conductor. Me causó curiosidad que, habiéndome dicho que iba a buscar algo de beber, la sorprendiera en compañía de aquel hombre. No pasaba nada, sin embargo, pero me asaltaba la duda acerca de los motivos para que ella buscara su compañía. Apenas terminaba de imaginarme cosas, cuando ellos se mueven detrás de automóvil en que habíamos viajado, ella se coloca de espaldas a él, apoyadas sus manos en el baúl del coche y el hombre, habilidoso, levanta su falda, y accede a ella desde atrás.
    
    Para un voyeur como yo, aquella escena, más que molestarme por tratarse de mi esposa, me cautivó. Vi como el tipo empujaba su verga dentro de ella, quien se recostaba su torso sobre el baúl del coche. La cosa pudiera ir a más, pensé, porque me parecía incómodo que hicieran el amor de esa manera y en ese lugar, sin embargo, no dejaba de mirarlos. Decidí bajar y acercarme a ellos, que, distraídos como estaban, no se percataron de mi presencia hasta que estuve prácticamente a su lado.
    
    Oye, le dije a mi mujer, ¿no estás incómoda haciéndolo en este lugar? No quería molestar, respondió ella con cierta sorpresa por mí presencia. Bueno, pero si querías más por qué no dijiste. Qué vas a pensar, contestó. Pues nada, respondí. Ahora soy yo el que quiere ver cómo este tipo se da mañas contigo. ¿De verdad? replicó. Sí, de ...
    ... verdad. ¿Por qué no? Ya te echaste tres al pico esta noche, uno más, qué importa. Pero, repuso, a dónde vamos, ya está amaneciendo. Pues a nuestra habitación, contesté. Y acabemos de una vez.
    
    Fuimos a nuestra habitación y, una vez llegados, y ya entrados en gastos, aquellos no repararon en preliminares ni nada por el estilo, sino que, afanados por hacer lo suyo, se desnudaron de inmediato y se dispusieron a tener su encuentro con todas las de la ley. Ella se tendió sobre la cama y él, con unas ganas que se le notaban a leguas, se abalanzó para penetrarla en posición de misionero. Le dio y le dio garrote, como decimos en nuestro país, hasta que ella, gimiendo de la dicha, le pidió descansar.
    
    Pasaron unos minutos y el miembro del hombre, que no dejaba de ser acariciado por mi mujer, volvió a despertar. Esta vez ella le pidió que se acostara, permitiéndole cabalgarlo a su antojo. Ella hizo su trabajo, movió su cuerpo para buscar sus mejores sensaciones y disfrutó de aquel joven hasta que ya no más. Y él, para rematar, le pidió penetrarla desde atrás y venirse con todo vigor. No usaba condón, pero, muy caballeroso, cuando llegó el momento, tuvo la cortesía de venirse fuera de ella y rociar su espalda con su semen. La jornada había llegado a su fin.
    
    Ciertamente el ambiente académico de aquella visita había derivado en otra cosa. A donde fuere haz lo que vieres dice un refrán en mi país y mi esposa ciertamente lo había aplicado al pie de la letra. Supe después que ella ya ...
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