1. Libertad condicional


    Fecha: 23/12/2024, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos

    ... ocasiones le resultaba retorcida, pues nunca lograba adivinar sus verdaderas intenciones, ni siquiera a través del lenguaje corporal.
    
    Hassan apareció con unas pintas de lo más ordinarias, en contraste con el refinamiento del cual hacía gala Merche. Portaba un atuendo deportivo compuesto por unos shorts excesivamente cortos, en los cuales se evidenciaba un pronunciado abultamiento de sus genitales y una camiseta de tirantes con el logo de los Lakers serigrafiado. La camiseta estaba cortada a la altura del ombligo, mostrando un vientre plano, así como unos brazos fibrosos a los que había incorporado un nuevo tatuaje con algún tipo de simbolismo que desconocía. Unas chanclas remataban su chabacano atuendo.
    
    Pese a su apariencia de macarra y pendenciero, lograba ponerla cachonda.
    
    —¿Qué quieres Hassan? —preguntó nerviosa, queriendo marcharse de allí cuanto antes.
    
    —Tranquila “fierecilla”. No tengas prisa. Déjame invitarte a una cerveza.
    
    —Sabes que no me gusta la cerveza, y también sabes que no me gusta que me llames así.
    
    —Tienes razón. No me acordaba. Qué memoria la mía, —disimuló.
    
    —Dime qué quieres, porque espero que sea algo importante para hacerme venir aquí, —insistió la abogada.
    
    —No es la primera vez que vienes, —le recordó él.
    
    —Ya te dije que eso se acabó.
    
    —Es increíble que te muestres tan fría e insensible después de todo lo que hemos pasado.
    
    —Lo pasado, pasado está, Hassan. No quiero volver a eso. Quiero recuperar mi vida y que tú te centres ...
    ... en la tuya. Aunque no me creas, deseo que te vaya bien, tengas un porvenir y no vuelvas a malograrte. No desperdicies tu vida.
    
    —No quiero desperdiciarla, “fierecilla”, —le dijo de nuevo aproximándose a ella y cogiéndola delicadamente de los hombros.
    
    —Te he dicho por enésima vez que no me llames así, —le advirtió con un grito, al mismo tiempo que se desprendía de sus manos con brusquedad.
    
    —No sabes la de veces que te he deseado, ni la de pajas que me he hecho en la cárcel pensando en ti.
    
    —Esto es increíble, —balbuceó colocando los brazos en jarras—. ¿Me haces venir a este antro para decirme las pajas que te has hecho? Tengo un trabajo ¿Lo sabes? ¿Sabes que tengo otro caso esperándome en el cual debería estar trabajando en estos momentos? La vista es pasado mañana y aquí estoy sin saber por qué he venido…
    
    —Yo creo que sí que lo sabes.
    
    —No, no lo sé, —se quejó.
    
    —Sabes que te deseo, y sabías cuales eran mis intenciones antes de venir, aunque ahora te hagas la remolona. Ya sé que para ti soy un pobre imbécil con menos luces que un barco pirata, pero tú nunca te has interesado por mi cerebro, ¿verdad “fierecilla”?
    
    —Eso era antes. Ya te he dicho que quiero reconducir mi vida.
    
    —Déjame follarte una vez más y luego, si es lo que quieres, tomaremos caminos distintos.
    
    Merche ponderó la disyuntiva de volver a fornicar con él. En su ausencia había echado varias canas al aire, pero ninguna podía compararse a cuando la empalaba Hassan. Aunque su sentido común le ...
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