1. La vida en pareja (capítulo cinco): Chucho


    Fecha: 03/01/2025, Categorías: Gays Autor: osazo21, Fuente: CuentoRelatos

    ... cuando me penetraba, en esa ocasión fue fácil, como si nada. Era el resultado de mi negro Gustavo y la actividad sexual que llevaba, muy activa, porque no iba a decir que todos los días singaba pero con mucha frecuencia y a veces había días de dos veces. Gustavo me lo había dicho que era mejor acostumbrarse a dos veces al día, que a él le gustaba así. Ni se dio cuenta William que mientras me singaba, yo cavilaba sobre Gustavo. Aunque William había sido el primero, Gustavo me tenía todo. William se vino, se quedó abrazado un rato mientras me susurraba que de todas maneras tenía buen culo. Cuando llegamos a la parada ya la guagua se había ido, por estar en la singueta me había quedado allí. William me invitó a que me fuera a casa de un socio de él que vivía cerca hasta que viniera la otra guagua, subrayó que no me arrepentiría.
    
    La casa del socio estaba cerca y el tal socio no era más que El Mulo, así le decían a Ernestico, un tipo flaco que cierta vez trató de conquistarme, pero yo era muy miedoso y todavía no había dado el primer paso. Cuando me vio con William se quedó con la baba afuera, primero se recordó aquella vez que en la guagua se me pegó pero que yo me escabullí dejándolo con las ganas. Eso después lo contó mientras ya estábamos más cómodos, se había imaginado al vernos que nosotros éramos pareja, pero William le dijo que no, que yo estaba con Gustavo. El Mulo bromeó que entonces estaba claro, se me ocurrió preguntarle el por qué, resultó que estaba claro que ...
    ... me gustaban grandes, que era bien tragón.
    
    - Pues, macho, prueba tu mismo, a este yo lo enseñé a singar, y a dar bien el culo...ven, mete la mano. - le dijo haciendo que me volviera para que Ernesto metiera la mano hasta mi ojete, que claramente estaba bien mojado por la leche de William.
    
    - ¡Cojones!, ¿te lo has acabado de singar?
    
    - ¡Sí, me lo singué detrás de la parada y mira, aquí está, ¿sabes por qué?
    
    - Porque quiere más pinga.
    
    - ¡Díselo tú mismo! - me incitó William a responder y viendo que me callaba. - Se hace el tímido, pero lo está pidiendo a gritos.
    
    - Bueno, tú y yo tenemos una cuenta pendiente, ¿no? - me atreví de decir sabiendo el resultado de aquellas palabras.
    
    Lo que pasó después estaba claro, William al rato dijo que tenía que irse y que me dejaba en buenas manos. Fue una noche algo especial porque Ernesto, que tenía el mote de El Mulo, era porque en realidad tenía buen hierro. Lo sabía por comentarios de un amigo que había estado con él. Quedándonos solos, se me echó encima comiéndome a besos, sabía besar y acariciar bien, me hizo arrodillarme allí mismo junto a la puerta que acaba de cerrar para que le comiera la pingota que tenía. Era cierto, tenía bien puesto el nombre de El Mulo, aunque mi Gustavo se manda bien, sería porque como la del negro no había otra. Le dije que me dejara ir al baño, pero me quitó la ropa diciéndome que quería darme el primer pingaso allí mismo, que aguantara un poco, que aprovecharía que William me había dejado ...