Infiel por mi culpa. Puta por obligación (18)
Fecha: 09/01/2025,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
Mientras avanzamos por la mitad de la calle, no tan cercanos como Mariana quisiera, pero si con la desnudez de su hombro rozándome el brazo y escuchándola con atención, intento mantener la cordura aunque me moleste demasiado convertir en imágenes su relato. Debo ser paciente, evitando cuestionarla antes de tiempo.
Le noto incomoda pero honesta, –elevando a veces el tono de su voz– animada narrando algunos acontecimientos que le deben de parecer importantes y en otros, escucho su voz endeble, desvanecida su mirada, demostrando con el flojo movimiento de sus manos y la contracción inusual en la comisura de sus labios, el temor y su vergüenza tanto por lo ocurrido como por lo que está verbalizando.
Pero yo continúo con mis dudas, mis recelos, mis miedos…, acentuados ahora con esta nueva información, produciendo descargas eléctricas que parecen intentar desconectar mis neuronas. ¿Por qué tuvo que ser infiel y más con ese güevón? ¡Hasta ahora solo he percibido que ella lo detestaba, como yo!
Entiendo que se sintió ofendida por los comentarios machistas, burlones e hirientes, y que por ello se le metió en su cabeza la idea de obtener una ejemplarizante venganza, llevándola a cabo al utilizar a su amiga Carmen Helena como carnada para acercarse y saber más de él. Pero si ya se me dificultaba comprenderlo, ahora con esta nueva sáfica declaración, la entiendo menos. ¿A que jugaba? ¿Impresionarlo para su bien? ¿O llamar su atención para mi mal?
Camilo se ha quedado ...
... pensativo e inclina su cabeza hacia abajo y con una expresión mohína, mira hacía el suelo. Me tocará traerlo de regreso, bajándolo de las nubes para poder seguir contándole esta parte de mi historia. ¿Será que lo pellizco? ¡No, mejor no hacerlo! Me respondo mentalmente y tan solo le aprieto un poco del brazo para reclamar su atención.
—Camilo, cielo… ¿Me escuchaste? —Le pregunto con voz cariñosa.
— ¡¿Qué?!... Ohh, lo siento. Me quedé embobado recreando en mi mente lo que me has contado y no te presté la debida atención. ¡Discúlpame! Me decías que la habías elegido por su inocencia y… ¿Entonces qué hiciste al final de cuentas? —Por fin me responde y entonces asintiendo, continúo con mi cuento.
—Pues le contesté… ¡Sí, tu! ¿Quién más? ¡Tranquila que no te morderé! Y la ayudé a ponerse en pie, pues se había puesto pálida por mi inusitada elección y más aún por lo que ello suponía. La llevé tomada de la mano hasta llegar al borde de la piscina, buscando un lugar más íntimo y con menos luz para estar más tranquilas. Además, con la clara idea de apartarnos del campo visual de Eduardo, al quedar nosotras dos en diagonal a su mesa y ocultas de esa manera, nos arrodillamos quedando ella en frente de mí. Sus nerviosos temblores y la angustia que demostraba su rostro, provocaron en mí una mezcla de sentimientos encontrados.
—Por una parte ternura, al ver en su carita el temor ante la próxima experiencia y por otro lado, un poderío soberano al mirar a través de sus ojos grises, las ...