Gonzalo (capítulo doce)
Fecha: 15/01/2025,
Categorías:
Gays
Autor: osazo21, Fuente: CuentoRelatos
Me fui para la capital por unos días, aunque podía quedarme en casa de amigos, no llegué a ir a casa de ninguno porque en la parada misma conocí a Gonzalo, un tipo de ya cierta edad, canoso. Llamaba la atención su pelo y bigote canoso, su pancita y el paquete que se le marcaba. Gonzalo trabajaba en el hotel Habana Libre, el antiguo Hilton, y vivía en El Vedado no lejos de su trabajo. Pasó por la parada donde yo esperaba y se quedó mirándome, se acercó y a bocajarro me disparó que quería conocerme. Yo quedé desarmado por la desfachatez con que se me había plantado al lado, en pleno día y rodeado de gente. Nos fuimos caminando para alejarnos de la parada.
- ¡Mira, te voy a ser sincero! Te vi y se ha puesto dura, tienes unos labios ricos para morderlos y verlos como me mamas la pinga.
- ¿Sí?
- Nene, y viendo las nalgas que tienes…, me vuelvo loco contigo.
Mientras hablaba se mordía el labio inferior, el paquete de verdad se le notaba más abultado.
- Mira, tengo que hacer unas diligencias ahora aquí cerca, después tengo que ir aquí mismo también a casa de unos amigos que están de viaje, tengo que regar las plantas…y bueno, pues podemos echar un palito allí. ¿Qué te parece?
- Bien, ¿te espero?
- ¡Sí, nene, espera que esto es rápido y ahora más!
Se fue y me quedé por allí esperando, y tengo que reconocer que apareció más rápido de lo que esperaba. Llegó tirándome por encima del hombro el brazo.
- ¡Ya ves, chico, he sido rápido!
- ¡Ajá, ya lo veo!
- ...
... ¡Y con las ganas que tengo de darte pinga, bah…ni me demoré!
Nos fuimos caminando hasta la casa de los amigos, por el camino sólo hacía decirme piropos y recalcar lo que quería hacer conmigo. Al parecer hablar así lo motivaba o iba calentando porque tuvimos que detenernos para que él se arreglara el rabo parado porque de todas maneras era de día e íbamos por la calle. La casa no estaba lejos de 23 y L, bajando hacía el mar, subimos los cuatro pisos por la escalera y llegamos al apartamento. Entrando me abrazo besándome con pasión, su respiración se aceleró, jadeaba y se le veía muy excitado. Se recostó a la puerta mientras presionaba mis hombros para que bajara. A buen entendedor, pocas palabras o casi ninguna, me arrodillé delante de él para abrirle su pantalón, bajárselo junto con el calzoncillo y que quedara delante de mí su flamante pinga de color oscuro.
- ¿Te gusta?- yo asentí mientras le besaba el glande, él dejó escapar un suspiro. - ¡Es toda tuya, cométela, sácame toda la leche!
Tengo que reconocer que no estuve mucho tiempo mamando, porque se vino enseguida quizá por las ganas que tenía o el atraso o por la mamada que le daba, yo que conocía ya lo que esperaba de mí, me zampé su semen y mientras echaba leche yo mamaba y chupaba más. Sus gemidos decían del goce que le daba. Cuando terminó de gemir y la rigidez de sus músculos se relajó, me quedé quieto con su pinga en mi boca mirándolo desde abajo. Esto le gustó mucho, se le veía la cara de complacencia que ...