Los cuernos eran chicos, pero parecían enormes
Fecha: 27/01/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos
... avisan que estaba con sus amigas y varios jóvenes sentados charlando en la discoteca.
Era el momento de hacerle sentir el rigor de lo que podía esperarle en caso de una mínima trasgresión. Le dije al vigilador que no la perdiera de vista y me esperara. Me vestí saliendo hacia el lugar en cuestión recibiendo la indicación de dónde se encontraba. Efectivamente estaban sentados hablando distendidos cuando me ubiqué frente a ella con los brazos cruzados y mirándola fijamente. Verne, ponerse blanca y empezar a temblar fue una sola cosa.
—“Querida, estas basuras, que se dicen amigas tuyas, cuando le hagas una sonrisa al joven que está a tu lado van a decir que está justificada la fama de puta que tenés en el trabajo, rumor difundido por ellas mismas. Qué hacés con el botón del cuello de la camisa desprendido?”
—“Es que sentí calor”.
—“No es excusa, si te sentías incómoda te hubieras vuelto. Para vos se acabó la reunión. En quince minutos te quiero en casa”.
Di media vuelta, por teléfono le indiqué al que la vigilaba que su cometido terminaba cuando la viera entrar en lo que era nuestro hogar, y que ahora estaba en la categoría de simple protección contra la intemperie. Cuando llegó me dio pena. Acertar la llave en la cerradura para ingresar se le hizo complicado. Llorando fue directo al baño donde vomitó para luego con la cabeza gacha ir al dormitorio donde se tiró sobre la cama.
Era el momento de aflojar si no quería perderlos, a ella y al bebé que venía en ...
... camino. Tomé un camisón de su placard y me senté a su lado poniendo una de mis manos en el hombro.
—“Por Dios, aunque más no sea, dejame llorar tranquila”.
—“Por favor, date vuelta”.
El tono de voz, suave y cariñoso tuvo su efecto, porque lo hizo aunque llorando y tapándose la cara. La desvestí íntegra para colocarle la ropa de dormir, acomodé lo que le había quitado y luego, en brazos, la llevé a la cama matrimonial ubicándola de su lado habitual. Entré a la cama en bóxer, como solía hacerlo, y la abracé poniendo su cabeza en el hueco de mi hombro dándole un beso en la frente.
—“Te amo, preciosa. Poco queda para terminar con este infierno y tratar de volver a ser felices”.
Pasamos la noche con pocos cambios de postura pero siempre abrazados. Desperté primero y, con alegría, vi sus facciones distendidas, entonces la desperté con otro beso en la frente.
—“No puedo creer despertarme así. Ahora contame, por qué me hiciste sufrir tanto”.
—“Dos razones te puedo dar. Primero, tenía que sacarme la bronca, el odio profundo generado por una estúpida desconfianza en mí y dándole crédito al que tiene fama de falso; tu sufrimiento sanó mi corazón. Segundo, el dolor y el placer se pueden fingir pero por corto tiempo; si el lapso se extiende la falsedad asoma en seguida. Por eso el tiempo de angustia fue largo y así los que te rodeaban podían palparlo. Seguro que te quiero, por eso pongo esfuerzo imaginación, paciencia y tiempo tratando de regresar a los buenos momentos de ...