1. Mis odiosas hijastras (1)


    Fecha: 09/02/2025, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... sentir espantado, me daban un morbo tremendo. Me daban ganas de ponerla en mi regazo y darle un montón de nalgadas a esa culo enorme y terso, para luego cogérmela y acabar en esas descomunales tetas.
    
    —Listo —dijo ella.
    
    Se llevó a la perra adentro. Yo me quedé mirando la lluvia un rato, mientras pensaba en mi extraña suerte. Mariel era una mujer en un millón. Además de que, con lo buena que estaba, le había dado cabida a un perdedor como yo, luego me acobijó en su casa. No sólo me estaba ahorrando el dinero de alquiler, sino que ella corría con la mayor parte de los gastos. Entre los derechos de autor de sus libros y los talleres literarios que dictaba, tenía una posición económica bastante cómoda, y por algún motivo, la compartía conmigo.
    
    Cada vez que fantaseaba con frotar mi verga en las turgentes tetas de su hija, por más que sabía que jamás concretaría tal fantasía, era una traición hacia mi mujer. Y, sin embargo, no podía evitar pensar en eso cada tanto. Y después de la involuntaria escena hot que había regalado la pendeja, iba a ser difícil no pensar en ella de manera lujuriosa.
    
    Valentina, qué pendeja insolente. Al final nunca tuve la confianza suficiente como para llamarla Valu, ni siquiera Valen. Me sentía un idiota diciendo su nombre completo, pero no quería pasar otra vez por un momento incómodo, como el de la cena de hacía unos meses atrás.
    
    A los pocos días de esa reunión, me fui a vivir con ellas. La hostilidad de Valentina, quien era la segunda de ...
    ... las hermanas, no había ido mucho más allá. Pero se mantuvo a lo largo del tiempo, y cada vez que yo quería romper el muro que nos separaba, era ella misma la que remarcaba la distancia que debía haber entre nosotros. Además, una cosa que me molestaba mucho de ella, era que siempre parecía estar observándome, midiendo cada paso que daba. Cuando yo usaba mi celular, ella me escrutaba con el ceño fruncido, como si sospechara que estaba engañando a su mamá. Mariel no era celosa ni desconfiada, y por lo visto Valentina pretendía cubrir esa falencia de mi mujer. Si la madre era una total despreocupada, la hija estaría en alerta para descubrir lo que la otra jamás descubriría.
    
    Sin embargo, esa persecución siempre fue infructuosa para mi querida hijastra. Unos días después de mi llegada, recibí en mis redes sociales solicitudes de cuentas sospechosas, que en general eran bastante nuevas. Yo las aceptaba. No tenía nada que esconder. Salvo algunas vecinas de los edificios que solía cuidar, con quienes tenía un tonto coqueteo, no tenía absolutamente nada en mi prontuario. De hecho, para decidir serle infiel a Mariel tendrían que darse muchas cosas. Entre ellas, la mujer en cuestión debía ser mínimamente tan atractiva como ella, y como ya dije, era improbable que otra hembra de ese target me hiciera caso. La verdad era que mi única tentación estaba en esa casa.
    
    Me metí a la casa. Valentina bajaba con ropa seca, aunque su cabello seguía mojado. Lamenté que se dirigiera a la sala de ...
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