Mis odiosas hijastras (1)
Fecha: 09/02/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... jean. No obstante, a pesar de su simpleza, las enormes tetas resaltaban, usara la ropa que usara. Eran imposibles de que pasaran desapercibidas. De todas formas, hice gala de mi madurez y no me detuve un segundo en ellas. Sólo las veía de refilón, porque, a la distancia que estábamos, tenía una visión de todo su cuerpo.
Nos saludamos, y nos sentamos en la mesa. Yo ayudé a Mariel a servir la comida. No quería que me consideren un machista de manual, y eso no era solo porque no quería quedar mal frente a ellas, sino porque realmente no me considero así.
Lo que siguió fueron las preguntas de rigor. Que qué edad tenían, que si estudiaban o trabajaban. Sami parecía tímida, pero aun así habló más que Valentina, quien estaba más concentrada en masticar las milanesas que en conocerme. Sin embargo, a pesar de su mutismo, esa noche empecé conocer algo de ella. Me di cuenta de que se llevaba bocados muy grandes a la boca, y que por momentos masticaba con la boca abierta. Tenía gestos vulgares, y las pocas palabras que pronunció no eran propias de una señorita, ni tampoco de una chica de clase media bien educada. “Está piola” respondió cuando Mariel le preguntó si estaban buenas las milanesas. Incluso hasta parecía algo masculina. Pero estos rasgos no enturbiaban la imagen de sensualidad que desprendía la mocosa, más bien todo lo contrario. La hacían ver como una criatura exótica. Imaginé que tenía muchos amigos hombres, pues la verdad que, en una casa como esa, en donde todas eran ...
... mujeres, resultaba muy extraño que tuviera esos modos.
—¿Querés más ensalada Valu? —le pregunté, cuando vi que en su plato sólo quedaba media milanesa.
—Valentina —dijo la pendeja.
No pude reaccionar con rapidez. Había oído a Mariel nombrarla de esa manera, y en un acto condescendiente —y bastante torpe—, me había apropiado de ese sobrenombre. Nada le daba derecho a la mocosa a hablarme de esa manera, pero, por otra parte, su respuesta, si bien resultaba antipática, no representaba realmente una falta de respeto.
—Valu, no seas maleducada —la reprendió su madre.
—No soy maleducada —dijo ella, en sintonía con lo que yo mismo pensaba—. Sólo le aclaro a Adrián que así solo me llaman mis amigos o familiares cercanos.
—¡Valentina no te pases! —exclamó su mamá.
Samanta parecía encogida en su asiento, sin intención de intervenir, pero en ese momento percibí un apoyo silencioso que no sería la primera vez que sentiría.
—Pero si no dijo nada malo —dije al fin, para evitar cualquier conflicto—. Es más, tiene toda la razón. Si apenas nos conocemos… Quizás cuando seamos amigos pueda tratarte con más confianza.
—Quizás —dijo ella—. Bueno, estuvo muy rico. Me voy a mi cuarto. Hasta pronto Adrián.
El saludo pareció que lo hizo, más que nada, porque sabía que si se iba sin despedirse ahí sí se armaría una trifulca con su madre.
—Disculpala. No es con vos. Ella es así nomás —dijo Mariel, apoyando su mano encima de la mía.
Yo tenía mis dudas de que no fuera ...