Mis odiosas hijastras (1)
Fecha: 09/02/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... algo personal. Como dije antes, después de ese día en el minimercado, nos habíamos cruzado varias veces, y cabía la posibilidad de que hubiera otras tantas en la que ella me vio sin que yo lo notara, por lo que la idea de que me recordara se hacía más factible. Pero me sentía entre la espada y la pared. Podía comentarle a Mariel de aquel encuentro. Ni siquiera sería necesario mentirle demasiado. Le diría que quizás su hija había malinterpretado alguna cosa de esa corta conversación que habíamos tenido. Pero si lo hacía, dejaba en evidencia que recordaba un suceso, supuestamente insignificante, que había ocurrido hacía más de un año, lo que seguramente llamaría la atención de Mariel, quien de tonta no tenía nada. Pero por otra parte, si no decía nada, también correría cierto riesgo, ya que era probable que Valentina sí se lo hubiera contado, y me dejara a mí mal parado por conservar ese secreto que, de alguna manera, nos involucraba a los tres.
Pero finalmente me decanté por cerrar la boca. Pensé que, a pesar de ser tan joven, Valentina habría sufrido de acosos mucho más vehementes que el mío. Tendría muchísimas anécdotas de tipos que la seguían por la calle. Las mujeres tenían que lidiar con todo tipo de pervertidos, y una chica como ella seguramente atraía las miradas libidinosas de los adultos desde que era mucho más chica
.
Así que lo mío sería una pequeñez al lado de todas las experiencias que debía tener. Y en caso de que alguna vez mi mujer me lo preguntara, ...
... yo fingiría amnesia.
Pero de todas formas quedaba la cuestión de por qué se había mostrado hostil conmigo. ¿Sería por enterarse de que muy pronto un extraño viviría con ella? Lo que estaba claro era que no le había caído nada bien, ni ella a mí.
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De aquella cena habían pasado apenas unos meses. Valentina seguía siendo una chica que se mostraba directa, con modos vulgares sí, pero sincera y honesta. Pero aún así, detrás de esa personalidad, aparentemente franca, se escondía una chica con muchos misterios. Tal es así, que aún no sabía si recordaba o no aquel patético intento de acercamiento en el minimercado.
Mientras caminaba la última cuadra, un pequeño remolino se formó en una esquina, levantando un montón de polvo y basura. Era evidente que era un clima atípico para otoño, que si bien era una estación normalmente fría y gris, ahora imperaba un ambiente digno de una película de terror. Las nubes se veían más densas que hasta hacía unos minutos, y a lo lejos se veían relámpagos precedidos de poderosos truenos.
Entré a casa. Valentina estaba todavía tirada en el sofá. Con el dedo meñique escarbaba una de sus orejas.
—¿Sami está en la casa? —le pregunté.
—En su cuarto —respondió ella, lacónica. Sacó el dedo de la oreja y lo observó con detenimiento.
—¿Y Agos? —quise saber después.
—A ver… — Valentina palpó los bolcillos del pantalón que llevaba puesto—. Acá no está —dijo.
—Se viene una tormenta muy fuerte y quisiera estar seguro de que todas se ...